10/7/09

Progreso y más progreso.

Un tal M. A. Aguilar ha escrito un libro en que compara física e información, acabo de oírlo y verlo en el telediario nocturno de Hermann Tertsch. Hace más de dos siglos a cualquier necio se le presenta el propósito mágico de enderezar por el seguro camino de la ciencia - siempre en singular y con mayúscula reverente - aquello a lo que se dedica, sea la charla o la carpintería. Empezaba el tal Aguilar diciendo que la matemática - de la que sabe por lo menos tanto como yo - era el modelo de la cientificidad, aquel al que quisiera acercarse cualquiera; entre latinistas o sociólogos, añade. No me negarán que la asociación de estos dos gremios es digna de atención especial.
El estimado Aguilar, que habla como si tuviera la boca llena de baba, da por supuesto en todos nosotros tal afán, ignorando que es multisecular el ensayo antitético a semejante supuesto, es decir, el ensayo de desligar esas dos vías que habrían llegado a constituir dos culturas. Pero no sólo hay que desligar, sino que hay que desvelar el proyecto social y político que subyace a los alegatos cientificistas como el que, ahora propone Aguilar en el campo informativo (que, al parecer, no habría que confundir con el periodismo según el ínclito Miguel Ángel Aguilar ya versado en la nueva escolástica). Esta repetición en enésimo grado de vulgarización ya casi hastía.
No he podido acabar de oírle, imagino que disfruta de alguna plaza de charlista en la universidad española, y conoce bien la vulgata epistemológica al uso. Además la ha aprendido, como corresponde a su hondura, sin mayor crítica admitiendo cualquier presunta sutileza verbal. Así , por ejemplo, llega a hablar de la cuantificación de la noticia con el ejemplo histórico siguiente: es más noticia o hay más cantidad de noticia en el acto de un niño que muerde a un perro, que en el acto de un perro que muerde a un niño. Sólo se me ocurre delatar su ignorancia de perros y niños, por lo demás no creo que este necio bien pagado merezca el menor comentario.
Me atrevería a sugerirle, de tenerlo a la vista, la lectura de un breve opúsculo de G. Bueno - dedicado a bachilleres - que lleva por título "¿Qué es la ciencia?". Por supuesto, ninguna recomendación relativa a ¿Qué es la teoría de la ciencia?. "Teoría de la ciencia" es otro ideologema que designa a lo que no puede dejar de ser filosofía. Y de esto D. Miguel Ángel Aguilar apenas ha oído hablar... ni podría oír más. Discúlpenme la acritud, que no es buscada, pero que empieza a ser irreprimible.
Naturalmente conozco el enorme prestigio del personaje en cuestión. Al parecer merece, por boca de muchos, el noble título de "maestro". Mal ha de estar el mundo cuando el maestro es un burro, decía un viejo.

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