El nombre de la ciudad de Buenos Aires siempre me pareció una notable concesión, como una ciudad fundada por geógrafos y ecólogos paganos atentos a la calidad de los lugares, las aguas y los aires. Sólo su nombre completo devuelve el sentido al mundo de los fundadores de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Aire.
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