2/7/11

Diez años, un siglo.

En un texto, cuyo interés es difícil exagerar, figura al paso una referencia que, hecha a poco más de diez años, resulta hoy remota, como escrita en los viejos tiempos de la metafísica. En el año 2000 publicó H. G. Gadamer:
"Claro está que las ciencias del espíritu también se han visto arrastradas por el ideal metodológico moderno hacia una severa disciplina, con lo que han acabado por regirse según el modelo científico de las ciencias de la naturaleza. Quien no esté ciego reconocerá incluso que la progresión técnica de nuestra época está ejerciendo sobre las ciencias del espíritu una influencia cada vez más fuerte. No hay más que ver los métodos y la fraseología de esas ciencias. Habría ya que preguntarse si en la segunda mitad del siglo XX no se ha producido en ellas un corrimiento que, como siga así, acabará por hacer obsoleta la propia denominación de "ciencias del espíritu". Me refiero a la cantidad cada vez mayor de matemáticas y estadística que se encuentra en ellas, y que está dando un nuevo aspecto a algunas, sobre todo a las ciencias sociales. En algunos casos, por ejemplo, a la hora de organizar academias científicas, se empieza por llamar a las ciencias del espíritu "ciencias histórico-filológicas" 1 . Esto en otro tiempo, podría fácilmente haberse tomado como equivalente genérico del conjunto de ellas. Ahora en cambio, con las nuevas tendencias, esto ya no es tan seguro." (H. G. Gadamer)

1 Entre nosotros se las nombra dolorosamente:"Humanidades Contemporáneas".

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