21/3/08

Fernando Tönnies

Entre los clásicos universalmente considerados fundadores de la ciencia social moderna figura siempre el nombre de Ferdinand Tönnies. En cualquier manual se encuentra su nombre en compañía de los hermanos Weber, Georg Simmel, Émile Durkheim o Karl Marx, entre otros. Nombrado siempre resulta, sin embargo, tácitamente postpuesto. Así, por ejemplo, no se encuentra una edición reciente de su monografía sobre Th. Hobbes, magníficamente traducida por Eugenio Imaz para Revista de Occidente en 1932; acaso el único lugar en que Hobbes adquiere su dimensión propia como paso obligado para la comprensión de la modernidad. La última edición es de 1988, en Alianza Editorial.
Asimismo se cita continuamente, su Comunidad y Asociación. El comunismo y el socialismo como formas de vida social, pero la más reciente edición data de 1979 y en este caso, al margen de la propia ambigüedad del título original, la traducción de de J. F. Ivars no es tan acertada. Se puede pensar que, no siendo actuales, las reediciones de las obras de Tönnies no pueden considerarse antiguas. Todo depende del juicio que su obra nos merezca y es, precisamente, mi elevada estimación relativa de esta obra la que me lleva a considerar comparativamente postpuesto al autor frente a otros nombres, sin duda importantes, del pensamiento social moderno. Las categorías de Comunidad y Sociedad, que están tras el citado subtítulo alusivo al comunismo y al socialismo hundiéndolo en la ambigüedad, constituyen - a mi juicio - los puntales clave, la cifra íntima, de la filosofía social. Otras ideas resultarán también determinantes para el entendimiento del orden moderno, pero ninguna lo será más. Desde luego, puede tratarse de una estimación personal - pero no meramente subjetiva - derivada de una convergencia accidental.
Ofrezco el siguiente pasaje - entre muchos - como añagaza para hermeneutas en el mismo laberinto. También señalo, sin más, los nudos del texto que desde aquí se destacan, (cualquier comentario exigiría un trabajo que ni es apropiado para este lugar, ni puedo realizar).

"Toda actividad creativa, formativa y constructiva del hombre es semejante al arte y, al mismo tiempo, constituye el proceso orgánico por el que la voluntad humana fluye hasta el interior de la materia ajena y le da forma. Allí donde una actividad semejante sirve para mantener, propiciar o dar complacencia a una comunidad, como es el caso de las relaciones naturales y originales, puede concebirse como una función de ésta; es como si la comunidad misma, mediante la labor del productor individual (o un grupo de productores individuales) quisiera permitirse esa gratificación. El comercio en tanto que habilidad para el beneficio es lo opuesto al arte. El beneficio no es un valor, significa sólo un cambio en las proporciones de la riqueza y la ganancia de uno es la pérdida de otro"

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