"También hice una visita a El Escorial, cuyo palacio tiene unas dimensiones comparables al de Hitler, aunque su objetivo es muy distinto, de índole espiritual: Felipe II rodeó con un convento el núcleo de su palacio. ¡Qué diferencia respecto a las ideas arquitectónicas de Hitler!. La claridad y la austeridad extremas presidían esta edificación, y las majestuosas estancias interiores tenían unas formas insuperablemente contenidas, mientras que en el palacio de Hitler regían la ostentación y el exceso. Es indudable que aquella creación casi melancólica del arquitecto Juan de Herrera (1530-1597) cuadraba mejor con la siniestra situación en que nos encontrábamos que el triunfal arte programático de Hitler. En aquellas horas de solitaria contemplación entreví por primera vez que mis ideales arquitectónicos me habían conducido por un camino equivocado" (Albert Speer)
27/7/07
18/7/07
La quilla contra la ola.
ABEJAS DE CRISTAL.
I.
"Tal vez yo estuviera viendo las cosas desde un ángulo demasiado desfavorable. Aún estaba lleno de prejuicios anticuados que en nada me beneficiaban. Se iban cubriendo de polvo dentro de mí, como esos trofeos de plata que tenía en casa iluminando la desolación que los rodeaba.
Desde el momento en que todo debía basarse en un contrato, que no se fundase en la confianza y el honor, ya no existían ni la fidelidad, ni la fe. La disciplina había desaparecido del mundo. La catástrofe la había substituido. Se vivía en una intranquilidad permanente donde nadie podía confiar en los demás: ¿era culpa mía?. Yo no pretendía ser peor, pero tampoco mejor"
II. "Sentí la tremenda desproporción que existe entre uno de los poderosos de la tierra y un hombre que apenas si tiene en el bolsillo el dinero necesario para el viaje de vuelta. De pronto me asaltó la idea de que no me hallaba a la altura de ese encuentro. Era una señal de desclasamiento, una sensación que jamás había conocido. Un oficial de la Caballería Ligera no podía experimentarla bajo ninguna circunstancia. Monteron nos lo decía a menudo. También decía; "Sólo cuando el capitán abandona el barco éste se pierde y se convierte en un bien mostrenco. El auténtico capitán se hunde con su barco". Se refería a la dignidad de la persona.
Esto fue lo que me vino a la cabeza mientras me temblaban las rodillas. Me acordé también de aquellos tiempos remotos en los que no abrigábamos más que desprecio por esos magnates del acero y del carbón (el cine y los autómatas ni siquiera se veían por aquel entonces; a lo sumo sólo en ferias y parques de atracciones)." (Ernst Jünger)
I.
"Tal vez yo estuviera viendo las cosas desde un ángulo demasiado desfavorable. Aún estaba lleno de prejuicios anticuados que en nada me beneficiaban. Se iban cubriendo de polvo dentro de mí, como esos trofeos de plata que tenía en casa iluminando la desolación que los rodeaba.
Desde el momento en que todo debía basarse en un contrato, que no se fundase en la confianza y el honor, ya no existían ni la fidelidad, ni la fe. La disciplina había desaparecido del mundo. La catástrofe la había substituido. Se vivía en una intranquilidad permanente donde nadie podía confiar en los demás: ¿era culpa mía?. Yo no pretendía ser peor, pero tampoco mejor"
II. "Sentí la tremenda desproporción que existe entre uno de los poderosos de la tierra y un hombre que apenas si tiene en el bolsillo el dinero necesario para el viaje de vuelta. De pronto me asaltó la idea de que no me hallaba a la altura de ese encuentro. Era una señal de desclasamiento, una sensación que jamás había conocido. Un oficial de la Caballería Ligera no podía experimentarla bajo ninguna circunstancia. Monteron nos lo decía a menudo. También decía; "Sólo cuando el capitán abandona el barco éste se pierde y se convierte en un bien mostrenco. El auténtico capitán se hunde con su barco". Se refería a la dignidad de la persona.
Esto fue lo que me vino a la cabeza mientras me temblaban las rodillas. Me acordé también de aquellos tiempos remotos en los que no abrigábamos más que desprecio por esos magnates del acero y del carbón (el cine y los autómatas ni siquiera se veían por aquel entonces; a lo sumo sólo en ferias y parques de atracciones)." (Ernst Jünger)
8/7/07
Ciudadanismo.
El Estado moderno que viene tomando (infectando) la comunidad genera en el proceso la llamada sociedad. La sociedad es sólo el resto desarticulado, el residuo o lo que va quedando, resultado de la destrucción comunitaria. El grado límite de una sociedad sin estructura es el tropel de los ciudadanos: bien nutridos, asistidos, arropados, cultivados en todos los sentidos, por el Estado, concebido - además - como un Estado participado uno a uno - distributiva o inorgánicamente - por todos los ciudadanos. Estado generador, fuente nutricia y sentido último de la vida del ciudadano. Ese Estado no es el de las sociedades políticas antiguas, cuya mera dimensión suponía la presencia directa, en cuerpo inmediato y a viva voz, del "polités" que no podía - responsable ante los otros, no ante la Razón de Estado (monstruo sombrío) - desfallecer irresponsablemente en sus obligaciones. Mucho menos es este Estado la "civitas" medieval o la comunidad transida en vertical por la fe en el Dios de la Trinidad y horizontalmente por vínculos de proximidad transitiva que hacen del otro un prójimo, bajo la bóveda triunfante del Dios Uno y Trino, cuyo espíritu alentaba desde Roma. El Estado Nación Moderno - monstruo sin sombra porque carece de cuerpo y, sin embargo, monstruo sombrío - o la llamada Nación Política, empieza rompiendo los cuerpos intermedios, como notan los últimos contemporáneos de la vieja comunidad, sea por ejemplo Tocqueville, y con ello deshace los vínculos de "projimidad" transitiva. Aisla, separa, condena a soledad. Por otra parte, su clave de bóveda es una Razón abstracta que se identifica finalmente con el interés del aparato mismo que el Estado es y se titula "Razón de Estado", concebida como razón ultima desde Maquiavelo. Frente al Terror Racionalista del Estado Moderno se elevó, para caer derrotada, la política cristiana. Hoy, poco antes de cultivarnos en sentido biológico, nuevo ministro de sanidad, mucho más allá de la falsa religión de la cultura, que se limita al pastoreo ideológico, el representante máximo del Estado nos distribuye 2.500 euros de dinero del Estado para fertilizarnos.
Dios nos proteja, mientras nos declaramos súbditos - en modo alguno ciudadanos - del "legítimo" Rey de España. Acaso - añadiríamos - ni súbditos, ni ciudadanos, sino españoles y vecinos de nuestro lugar. Vale.2/7/07
Cuartel o Burdel.
Que la felicidad haya que ligarla a sus contenidos metafísicos (destino del hombre, vida eterna, presencia de Dios, percepción de la belleza...) parece inexcusable. Si la modernidad bloquea estos contenidos en virtud de su crítica racionalista de la metafísica, la felicidad se reduce tendencialmente a un estado bioquímico de relajación o bienestar suscitable de modos diversos. El fracaso de esta vía, manifiesto en la proporción directa entre el aumento del consumo de drogas de la felicidad y el número de depresiones, suicidios y conductas destructivas, exige rehabilitar los contenidos metafísicos pretendidamente bloqueados o negados por la crítica moderna. Semejante rehabilitación exige un vuelco de alcance ontológico que nos enfrenta con la modernidad y su curso varias veces secular. Por lo que toca al terreno de la pedagogía política aventuramos que supondría efectos directos, cuya actual estigmatización indica la dificultad de una reversión que juzgamos, sin embargo, perentoria. Sin duda, esa reversión supondría en el terreno social y político la elevación a clave determinante de la vieja idea de la DISCIPLINA.
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