"También hice una visita a El Escorial, cuyo palacio tiene unas dimensiones comparables al de Hitler, aunque su objetivo es muy distinto, de índole espiritual: Felipe II rodeó con un convento el núcleo de su palacio. ¡Qué diferencia respecto a las ideas arquitectónicas de Hitler!. La claridad y la austeridad extremas presidían esta edificación, y las majestuosas estancias interiores tenían unas formas insuperablemente contenidas, mientras que en el palacio de Hitler regían la ostentación y el exceso. Es indudable que aquella creación casi melancólica del arquitecto Juan de Herrera (1530-1597) cuadraba mejor con la siniestra situación en que nos encontrábamos que el triunfal arte programático de Hitler. En aquellas horas de solitaria contemplación entreví por primera vez que mis ideales arquitectónicos me habían conducido por un camino equivocado" (Albert Speer)
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