22/10/10

Crisis de gobierno

"...hace más de un siglo en los países comerciales, y algo menos en los otros, que el poder efectivo sobre la comunidad ha ido estando cada vez más en manos de los potentados de la producción y el cambio, para acabar, como ocurre ahora, en manos de los monopolizadores de las materias primas, los artículos de primera necesidad, los transportes y, en general, las finanzas. Los privilegios de estos hombres, su organización y, especialmente, su acción secreta, han llegado a ser punto menos que incuestionables. Nadie puede controlar a quienes controlan a la colectividad entera. Los que aún ostentan los viejos rótulos de la autoridad, son, o bien hombres inteligentes que representan a regañadientes el triste papel que les ha tocado en suerte, o bien saltimbanquis corrompidos y calamitosos, cuando no - como es el caso de la mayoría - simples nulidades, cuya aspiración no va más allá de la etiqueta oficial que llevan colgada al cuello: "Presidente del Consejo", "Ministro de tal o cual cosa", "Subsecretario de esto", "Director de aquello" etc..."
Hilaire Belloc. 1929

19/10/10

La educación como profesión (1)


No voy a ensayar aquí una teoría de la educación o de la deriva – el término no puede ser más exacto – que el sistema educativo español y europeo, cristalizado en el Espacio Europeo de Educación Superior, ha seguido en los últimos años.  Mi pretensión es meramente descriptiva del efecto subjetivo  que esta deriva ha supuesto en la vida cotidiana de los dedicados profesionalmente a la educación y en la del que suscribe en particular. No se trata de un ejercicio psicológico, sin que desprecie por ello su inextricable dimensión psicológica, sino de aspectos formales y compartidos: ratio studiorum, temporalización, tutela psicológica, organización docente…
Una somera descripción arroja un panorama desolador. En primer lugar, de la vieja tradición académica, que bajo diversas formas ha definido la transmisión del saber desde la Antigüedad, no queda nada. Por supuesto la idea de un saber esencial, dotado de un índice casi sacramental, ha desaparecido con los últimos restos de la teología y la metafísica. Ahora bien, incluso los saberes vinculados al concepto de nación y marcados todavía por un valor trascendente, han desaparecido de nuestro presente. Cobran el aspecto de formas de transición en la vía que conduce al vaciado o desacralización (secularización) de los saberes, que tiene su cota en una concepción tecno-económica o funcional (en términos eufemísticos”profesional”) de la educación. Así, quedan en pie los contenidos “politécnicos”, por mentar la institución revolucionaria que albergara el germen del positivismo, cada vez más afectados por las demandas del mercado de trabajo, a su vez subordinado a un imprevisible mercado de consumo. Entre estos aparecen saberes que se quieren asimismo técnicos aunque orientados al tratamiento y administración de las formaciones sociales y las conductas individuales degradadas, en el proceso, a la esfera del “ego diminuto”…
En suma y a falta de algo mejor, se asume el proyecto liberal-positivista y en su horizonte se disponen los sistemas de formación y planes de estudio. Se me dirá que en la educación secundaria y también en las áreas universitarias perduran viejas categorías: filologías clásicas, filosofía, historia… Viejas disciplinas que ocupan su democrático lugar en función de una exigua y menguante demanda, aunque efectiva, de manera que persisten parsimoniosamente. Pero es una dramática apariencia. La conciencia de sus practicantes se muestra tomada por la ideología que los elude y buscan convertir –reconvertir al modo de los obsoletos sistemas productivos – sus contenidos tradicionales en herramientas funcionales en relación a las mismas demandas profesionales que satisfacen las técnicas sociales. Todo ello como un momento más en la actual degradación del orden civilizatorio, que desborda la institución educativa,  y esconde la más profunda confusión estimativa, afectiva e intelectual.Volviendo a nuestro propósito: la actividad cotidiana del docente se ve tomada en cada uno de sus minutos por exigencias administrativas que buscan contener, según los parámetros presuntamente técnicos de las mencionadas “ingenierías sociales” y, muy especialmente, la (psico)pedagogía terapéutica, el huracán  de sinsentido asentado en el fondo de nuestra modernidad.  El ajetreo propio de una laboriosidad entomológica impotente: (i) para contener las “disfunciones” del sistema educativo porque es (ii) Intelectualmente impotente para entender la raíz nihilista del siglo. Una fatigosa por absurda exigencia de formación técnico-abstracta en pericias psicopedagógicas que consume el mínimo espacio que todavía venía quedando para el estudio. En efecto, el salario del docente se asocia a una “formación permanente” que se define en tres ejes sin contenido: inglés, pedagogía y nuevas tecnologías. Todo ello sin haber renunciado, al menos en nuestro país y por el momento, a la noción ya ridícula de una entrega vocacional al sacerdocio intelectual, noción antes ligada a la educación. Mi convicción de la perfecta inviabilidad a largo plazo de nuestra sociedad y con ella de su informe modelo formativo, involucra la percepción de la propia vida como arrojada, entregada y vanamente perdida. Los concebidos como “problemas psicológicos” de la población docente podrían no ser otra cosa que un hundimiento moral que afecta en especial al sector constitutivamente más sensible al presente oscurecimiento del mundo.
               

15/10/10

Ascendiendo

De la violenta ira a la apacible entrega, de la peligrosa desesperación al éxtasis de la fe... el catolicismo encierra la más honda comprensión de su íntima conjugación. Puede verse la Ortodoxia del Magister Laetus y se comprenderá como intiman en la misma persona los rostros inconciliables de la paz y de la guerra. La exigencia y la entrega del perdón con la exigencia sobrenatural: Sed perfectos (Mt 5. 48). Hundimiento y alzamiento cuya estructura moral no tolera su reducción psicológica. El imperativo Nolite conformari huic saeculo (Rom.12.2) conduce al abismo y a la cumbre, con riesgos evidentes cuando el presente - el siglo - es hoy también la hora de la Bestia: "Ellos deberían saber que el enemigo que aguarda en nuestras fronteras no ofrece términos de acuerdo, por el contrario, amenaza con la destrucción total. Y, sin embargo, le han vendido el derecho de paso" (G. K.Ch.) Así pues, vivir entre ellos encierra un sufrimiento que sólo puede conducir al abismo. Si nos levantamos, sin embargo, será signo de que no estamos solos. Y tras la pasión el perdón, la exigencia es infinita.
Quiero decir que el Hoy de mi última entrada aquí ya es Ayer, y aunque seguimos navegando a través de una noche oscura volvemos a vislumbrar el único faro.

12/10/10

Hoy

La única iluminación a la que puede llegar hoy cualquier lector paciente conduce a un hastío sin matices y sin esperanza. En estas condiciones cabe únicamente deshacerse de toda pretensión y de cualquier proyecto: mirar y ver el lento desarrollo de una nube, aspirar el olor de la tierra labrada, jugar con el aire que pasa. Sostener la ebriedad artificial por cualquier medio, mientras orientas el lapso de los días que te faltan a contener el abismo de tu negra luz entre las cuatro paredes de tu alma. Si el hilo del origen se rompiera tampoco este sacrificio valdría nada...

6/10/10

El Valor.

Como a Borges le sorprendía el curioso nombre de un color, el colorado, me sorprende a mí el asombroso nombre de una virtud, el valor. Hay que tener valor para no negar la presencia real del Valor. La fortaleza del valor es el centro de toda virtud, que exige siempre exponerse. 
"Todo escritor o conferenciante o maestro religioso, que se aparta del peligro y no está presente allí  donde aquel está y donde el Maligno tiene su fortaleza, es un impostor..." (S.K)
Es un hermoso espectáculo contemplar en su obra el valor de un filósofo. El valor en su persona es el timbre de su gloria. Yo lo digo, únicamente, a modo de homenaje.

DE LA NADA, QUE AVANZA

Ese título es casi un lugar común, el desierto debiera habernos asfixiado ya. Acaso lo ha hecho. Me miro las manos, nervudas y cruzadas de v...