La diferencia económica de clase es sólo un aspecto de una oposición ontológica fundamental: La diferencia entre los que han olvidado, en un acto de soberbia, su carácter mortal y los que han olvidado, en un hundimiento atroz, que su figura guarda un vestigio de trascendencia. Soberbia por un lado, desprecio de sí por otro. Sólo en un orden equilibrado podríamos alcanzar la sagrada actitud de la humildad. La simple contemplación del soberbio nos humilla sin razón, la sola contemplación del abatido nos envanece.
Entristece la visión de la orgullosa alegría, tanto como la de la pena absolutamente abnegada. Pero a uno u otro grupo pertenecen hoy (casi) todos los rostros. ¿Cómo alcanzar una alegría sin orgullo o una abnegación serena?. Las crisis llamadas económicas entrañan nuestro feo gesto maquillado y nuestra directa responsabilidad negada.
Entristece la visión de la orgullosa alegría, tanto como la de la pena absolutamente abnegada. Pero a uno u otro grupo pertenecen hoy (casi) todos los rostros. ¿Cómo alcanzar una alegría sin orgullo o una abnegación serena?. Las crisis llamadas económicas entrañan nuestro feo gesto maquillado y nuestra directa responsabilidad negada.
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