Al margen de cualquier otra consideración un beneficio de la reciente modificación de la constitución de 1978 es que ya no podrán decir que "nos la dimos a nosotros mismos". Hasta ahora el que hubiera sido aprobada en referendum quería servir de fundamento a tan estúpida fórmula. La constitución ahora vigente, de 1978-2011, ya no ha sido aprobada en referendum, al menos en parte, lo que para el concepto sacramental de democracia que profesan será suficiente, porque exige que ni una coma sea ajena al rito democrático en que, al parecer, se expresa la voluntad soberana. Se dirá que los partidos políticos mayoritarios, que han promovido la modificación, están legitimados por el resultado de las últimas elecciones y con eso basta. Otros ven una cesión de soberanía, no ya de esa soberanía que dicen residente en el pueblo español cuya voz se queda muda, sino también de la soberanía del Estado mismo que habría cedido a exigencias de nuestros acreedores.
Sea como sea, veremos pronto lo que harán los herederos del actual gobierno con su, según se espera, nuevo aporte de legitimación, con su abundante sobrelegitimación. Puesto que se nos pide silencio, habríamos de guardarlo también cuando quieran que cantemos. Digamos el próximo veinte de noviembre.
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