Los elementos antropológicos constituyen el fondo sin fondo - Bodenlose Abgrund - de la civilización, sólo el programa de realización de la consciencia perfecta, bajo el nombre de La Razón, ha podido tratar de sacar de su fondo constitutivo la hondura de nuestra constitución. No lo logra, simplemente niega que haya un fondo, más allá de su razón.
"Sus antepasados le legaron una constitución robusta y un lugar eminente en la sociedad, y determinaron sus valores y lealtades hasta un grado hoy casi impensable. Ello se debía en parte a la estructura social de la Castilla del siglo XVI. Los lazos de parentesco son tradicionalmente fuertes en las sociedades mediterráneas, sobre todo entre las capas sociales más altas, y la nobleza castellana de fines de la Edad Media no era una excepción. Por el contrario, los desórdenes del siglo XV había fortalecido las lealtades familiares, al obligar a los grandes clanes familiares a replegarse sobre sus propios recursos. Cuando las instituciones se resquebrajan y se disuelven los vínculos de confianza social, la familia se reafirma como último refugio del individuo, y los lazos de dependencia que con ello se crean pueden tardar más de una generación en romperse. (...)
Heredó también una tradición familiar. La mayor parte de las familias la poseen, sean o no conscientes de ello. Consiste ésta, como mínimo, en ciertas formas características de pensamiento y proceder, transmitidas más o menos conscientemente a lo largo de toda una serie de generaciones." William S. Maltby- El Gran Duque de Alba. Atalanta. Gerona. 2007
"Sus antepasados le legaron una constitución robusta y un lugar eminente en la sociedad, y determinaron sus valores y lealtades hasta un grado hoy casi impensable. Ello se debía en parte a la estructura social de la Castilla del siglo XVI. Los lazos de parentesco son tradicionalmente fuertes en las sociedades mediterráneas, sobre todo entre las capas sociales más altas, y la nobleza castellana de fines de la Edad Media no era una excepción. Por el contrario, los desórdenes del siglo XV había fortalecido las lealtades familiares, al obligar a los grandes clanes familiares a replegarse sobre sus propios recursos. Cuando las instituciones se resquebrajan y se disuelven los vínculos de confianza social, la familia se reafirma como último refugio del individuo, y los lazos de dependencia que con ello se crean pueden tardar más de una generación en romperse. (...)
Heredó también una tradición familiar. La mayor parte de las familias la poseen, sean o no conscientes de ello. Consiste ésta, como mínimo, en ciertas formas características de pensamiento y proceder, transmitidas más o menos conscientemente a lo largo de toda una serie de generaciones." William S. Maltby- El Gran Duque de Alba. Atalanta. Gerona. 2007