El extracto de un fragmento no es gran cosa como declaración. Además el fragmento en cuestión que suele titularse como figura debajo ("El más antiguo programa del sistema del idealismo alemán"), pero que carece originalmente de otro título que el de "Proyecto", parece ser un curioso producto: redactado por Schelling e inspirado por Hölderlin en 1795, habría sido copiado por Hegel en 1796. Este fragmento entresacado de un texto arduo, como corresponde a tal circunstancia, constituye toda la declaración, porque el resto del fragmento dispone a un idealismo romántico inaceptable, aunque no deja de ser un fragmento.
Este texto sintetiza en forma de "declaración" mi reacción a la lectura de lo que podría considerarse la posición oficial de la escuela del materialismo filosófico ante el cristianismo. Semejante posición doctrinal figura en el número 39 de la revista "El Basilisco", que es el primero cuya portada reza: "El Basilisco. Revista de materialismo filosófico". La discusión del artículo en cuestión desborda la capacidad que ofrece este lugar y este momento y, desde luego, humildemente reconozco que compromete la mía propia, es decir supone un reto que no me parece que pueda disculparse, y en cualquier reto se esconde un riesgo.
Son muchas las cuestiones que el texto de D. Javier Pérez Jara (Europa y Cristianismo: Análisis del surgimiento del fenómeno cultural cristiano y su desarrollo histórico) plantea. Y es que, en efecto, son muchos y determinantes los problemas que arrastra la oposición frontal que quiero solamente presentar aquí, confrontando el anterior fragmento de un programa idealista con el texto que concluye el artículo de Pérez Jara, y que procede de G. Puente Ojea. Éste escribe:
"Perseverar en ciertos hábitos ancestrales de fabulación y fantasía equivale a seguir confinándose arbitrariamente en el universo del mito, con grave daño generalmente para una comprensión racional y objetiva de nosotros mismos y el mundo que nos rodea"
Es evidente, creo, que la elección del fragmento idealista y su tríada de "autores" simboliza una completa oposición a la doctrina oficial del "materialismo filosófico" en relación a esta "cuestión del mito", una oposición que requeriría medir la distancia sine ira et studio. Por lo demás, guardo la impresión de que esta doctrina oficial, en cuanto publicada en el órgano que sirve de expresión al sistema, podría encontrar una oposición que no dejara de contar con buena parte de las piezas del sistema mismo, elaborado en las obras de Gustavo Bueno Martínez. Es cierto que sometidas a un proceso de resolución y composición acaso tan severo que pudiera no ser reconocido por el propio autor. Eso que, precisamente, sucede con el Dios de los filósofos según la consabida anécdota, atribuida a D. Juan Valera por el propio G. Bueno, quien afirmaba que al Dios de los filósofos no lo reconocería ni María Santísima "con ser su madre".
Este texto sintetiza en forma de "declaración" mi reacción a la lectura de lo que podría considerarse la posición oficial de la escuela del materialismo filosófico ante el cristianismo. Semejante posición doctrinal figura en el número 39 de la revista "El Basilisco", que es el primero cuya portada reza: "El Basilisco. Revista de materialismo filosófico". La discusión del artículo en cuestión desborda la capacidad que ofrece este lugar y este momento y, desde luego, humildemente reconozco que compromete la mía propia, es decir supone un reto que no me parece que pueda disculparse, y en cualquier reto se esconde un riesgo.
Son muchas las cuestiones que el texto de D. Javier Pérez Jara (Europa y Cristianismo: Análisis del surgimiento del fenómeno cultural cristiano y su desarrollo histórico) plantea. Y es que, en efecto, son muchos y determinantes los problemas que arrastra la oposición frontal que quiero solamente presentar aquí, confrontando el anterior fragmento de un programa idealista con el texto que concluye el artículo de Pérez Jara, y que procede de G. Puente Ojea. Éste escribe:
"Perseverar en ciertos hábitos ancestrales de fabulación y fantasía equivale a seguir confinándose arbitrariamente en el universo del mito, con grave daño generalmente para una comprensión racional y objetiva de nosotros mismos y el mundo que nos rodea"
Es evidente, creo, que la elección del fragmento idealista y su tríada de "autores" simboliza una completa oposición a la doctrina oficial del "materialismo filosófico" en relación a esta "cuestión del mito", una oposición que requeriría medir la distancia sine ira et studio. Por lo demás, guardo la impresión de que esta doctrina oficial, en cuanto publicada en el órgano que sirve de expresión al sistema, podría encontrar una oposición que no dejara de contar con buena parte de las piezas del sistema mismo, elaborado en las obras de Gustavo Bueno Martínez. Es cierto que sometidas a un proceso de resolución y composición acaso tan severo que pudiera no ser reconocido por el propio autor. Eso que, precisamente, sucede con el Dios de los filósofos según la consabida anécdota, atribuida a D. Juan Valera por el propio G. Bueno, quien afirmaba que al Dios de los filósofos no lo reconocería ni María Santísima "con ser su madre".
3 comentarios:
Pongámonos manos a la obra.
¿Qué otra cosa hacemos desde hace ya más de un lustro?
Cierto es.
Seamos más intensos en nuestra búsqueda, entonces.
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