15/2/10
14/2/10
Sin respuesta
13/2/10
11/2/10
Para un programa de restauración de las cualidades sensibles.
"En relación con el mito creacionista judío, la cosmología aristotélica representa un antropomorfismo depurado, pero la misma visión primordial los sostiene: la magnificencia de los cielos y la deficiencia de la tierra, de la que derivó el mito de Adán. Para Aristóteles el bien es lo único verdaderamente real, aquello a lo que tiende todo y de lo que todo participa; el fin en sí mismo, el acabamiento o perfección, la forma. Todas las formas son "bien" y buenas. Por lo tanto, el alma humana. La existencia real de las cualidades se desprende, especialmente, del hecho de que son conocidas, por lo sentidos o por la razón. ¿Y cómo habían de venir a los sentidos si no procedieran de las cosas? Pero el que permanezcan en las cosas y, sin embargo, sean enviadas por ellas, sólo es posible por su naturaleza inmaterial, formal, espiritual. En esto descansa la doctrina de las especies sensibles, esto es, imágenes o apariencias. No está muy lejos del realismo ingenuo, que piensa que las cosas y sus cualidades se espejan en el alma sensible. La realidad de las cualidades sensibles es especialmente "preciada para los escolásticos", como dice Descartes alguna vez: era el "supuesto" del misterio de la Revelación. En la Eucaristía se transforma la substancia del pan y del vino en el cuerpo y sangre del Señor, pero – según la certeza natural y la doctrina de la Iglesia – las cualidades sensibles permanecen: se gusta el vino y se ve su color. Las cualidades sensibles permanecen y son, por lo tanto, reales" (F. Tönnies)
8/2/10
4/2/10
No-Resistencia. Una observación
Cito un documento recogido por L. Tolstói:
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"2 de octubre de 1818. Tiflis
Esta mañana, el comandante me ha dicho que no hace mucho enviaron a Georgia a cinco campesinos que habían pertenecido a un terrateniente de la provincia de Tambov, y que habían sido entregados para servir en el ejército, pero que se habían negado a hacerlo. Los azotaron con látigos y los apalearon en repetidas ocasiones, pero con tal de no servir, se entregaron sin resistirse a las más crueles torturas diciendo: "Déjennos marchar, no nos hagan daño, nosotros no se lo hacemos a nadie. Somos todos iguales, y el zar es un hombre igual a nosotros; ¿por qué tenemos que pagarle tributos, por qué tenemos que arriesgar nuestras vidas para matar a otras personas que no nos han hecho ningún mal?. Nos podéis cortar a pedazos, pero no cambiaremos nuestras convicciones: nunca vestiremos capote militar ni comeremos rancho. Aquel que se apiade de nosotros, que nos dé una limosna, porque del Estado nunca hemos querido nada, ni lo queremos". Así son las palabras de estos mujiks que además aseguraban que en Rusia hay muchos que piensan como ellos. Fueron llevados en cuatro ocasiones ante el Comité de Ministros, que finalmente decidió informar al zar sobre el asunto. Éste ordenó que fueran enviados a Georgia para ser corregidos, y mandó al comandante jefe que le informara mensualmente sobre los éxitos que fuera obteniendo en la labor de reconducir su modo de pensar"
No parece que esta actitud pueda analogarse a la romántica, si puede oponerse el romántico al mártir. Acaso se funde antes en el carácter del mujik que del protestante, pero sus protagonistas reunían la condición de campesinos con la de dujobori y molokanes, grupos cristianos rusos, representantes de lo que suele llamarse anarcocristianismo.
3/2/10
Suspicacia romántica
DE LA NADA, QUE AVANZA
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