24/6/10

Cripto-franquismo burlesco.

Me pregunto si no es más sensato y más noble aquilatar, y no desmerecer, la talla de nuestros enemigos. Lo digo por el antifranquismo bufo que hoy hay que tolerar, incluso cuando se trata de importantes historiadores. D. Indalecio Prieto gozó de mejor perspectiva, incluso cuando no dudaba de su posición frontalmente contrapuesta a la del ínclito general, cuya muerte nunca parece estar suficientemente acreditada:
"No he de decir ni media palabra en menoscabo de la figura de ese jefe militar. Le he conocido de cerca cuando era comandante. Le he visto pelear en África; y, para mí, el general Franco, que entonces peleaba en la Legión, a las órdenes del hoy también general Millán Astray, llega a la fórmula suprema del valor, es hombre sereno en la lucha. Tengo que rendir este homenaje a la verdad... El general Franco por su juventud, por sus dotes, por la red de sus amistades en el Ejército, es el hombre que en un momento dado puede acaudillar, con el máximo de posibilidades, todas las que se deriven de su prestigio personal..."
(Indalecio Prieto)

13/6/10

Vestigial y falsario.

Es un asunto que ya me resulta agotador por recurrente, pero su recurrencia misma obliga a retomar la vigilancia.  Surge, a modo de estantigua, el viejo camarada y entona la consabida letanía.
Cito en primer lugar ese misal desacralizado o viejo órgano de expresión parcial y a continuación a Enrique Castro Delgado, que entonó con mayor dureza la vieja melopea pero supo escapar de la hipnosis. 
Y, finalmente, el final de una breve tragedia de G. Steiner, que acaso pueda inducir una sonrisa de conmiseración, quiero decir, piedad sin militancia. Y dicho esto, no estará de más repetir que la alternativa no está en la contrafigura, especular y automática,  de semejante fantasma: la derecha parlamentaria. A día de hoy, alternativa no hay.

"Contra nuevos males, viejos idearios. "Cuando las cosas van mal, militancia pura y dura", así de tajante -motivo de aplausos- se ha mostrado el ex presidente del Gobierno Felipe González, durante la celebración del primer centenario de la llegada del PSOE al Congreso de los Diputados". (El País. 13/06/10)

"Con el término "institución total" me refiero a aquel tipo de partido que demandaba de sus adherentes una implicación total, un encuadramiento que iba prácticamente "de la cuna a la sepultura" (pioneros, juventudes, partido...) y la inserción en una cultura colectiva que teñía cada uno de los actos de su vida pública y privada. En los años centrales del siglo XX, el desarrollo de los partidos comunistas, allí donde fueron legales - Italia y Francia- generó una subcultura propia, difícilmente extrapolable a otro tipo de organización política: Un individuo podía vivir en una comunidad regida por un alcalde del partido; relacionarse en el trabajo con los camaradas de la sección sindical, con los que volvía a encontrarse en la sede local del partido; acudir a los actos públicos encuadrado bajo las banderas y las consignas del partido; emplear su tiempo de ocio en participar en las fiestas del partido, difundir su prensa o divulgar su propaganda; sus opiniones se moldeaban por la prensa diaria del partido, sobre cuyos contenidos hablaba con los convecinos de la cooperativa de viviendas promovida por el partido; veraneaba en colonias de vacaciones gestionadas por el partido; se casaba con alguien del partido, sus hijos entraban a militar en las juventudes del partido y, en ocasiones, los camaradas de la agrupación local del partido intervenían para mediar en sus conflictos familiares... Me gustaría matizar que, pese a lo que parece a primera vista, no se trataba necesariamente de un universo orwelliano: mucha gente entraba en él de forma voluntaria, por tradición familiar, por mor de la seguridad y el calor que ofrecían sus redes de solidaridad. Ahora bien, es de imaginar el drama que suponía salir abruptamente de este entramado de relaciones. Si a eso le sumamos las especiales condiciones en que se movían los comunistas españoles -exilio y clandestinidad-, la ruptura y la pérdida de referentes de apoyo añadían a la exclusión un plus de penosidad e inseguridad." (E. Castro)

"Él tenía preparados los billetes. El hombre los contó y lo miró con poca simpatía.
- El Partido examinará su caso. Y eso es lo que debe usted ser, créame. Un caso.
El modesto juego de palabras pareció provocarle un callado regocijo. Meneó la cabeza.
- Tendrá noticias nuestras.
Entonces dirigió la mirada a la instancia que el solicitante había empezado a llenar.
- ¿Pero es que no lee Ud. el periódico?, ¿no se ha enterado?. "Por el presente solicito mi aceptación en el Partido Comunista". ¡No existe tal cosa, amigo mío!. No hay más PCI. Basta. Finito.
Separando cada fúnebre sílaba, se pasó el filo de la mano por la garganta.
- Muerta y enterrada, la vieja prostituta. Ahora es el Partido de la Izquierda Democrática.
Deletreó roncamente las nuevas iniciales.
- Ni más Estrella Roja. Un árbol verde. Mire aquí: un frondoso árbol verde.
Agitó el nuevo logotipo ante el rostro del professore.
- ¿Es a éste al que quiere incorporarse?. Diga: ¿lo es?
Lo era. Tan precisamente que el penitente fue incapaz de hallar una réplica, una palabra para su sed. Apenas un rápido asentimiento con la cabeza, como una marioneta, que pasó desapercibido..." (G. Steiner. Pruebas y Tres parábolas.)

11/6/10

Filiación.

No me cabe duda de la índole "sobrenatural" 1 de las relaciones de parentesco, pese a lo cual las concibo en estricta continuidad material con la procedencia biológica del hombre. Esta continuidad material, también real, tiene un reflejo axiológico que reconoce el derecho romano cuando tematiza las cuestiones de adopción. Parece indudable la relevancia creciente que la filiación biológica adquiere en Roma, perfectamente recogida en la conocida fórmula de Justiniano: adoptio naturam imitatur. Se trata de una relevancia que conduce a un reconocimiento creciente del valor de la real paternidad biológica (progenitura, si se quiere)  en las decisiones legales, frente a las - sin paradoja - no menos reales ficciones legales. No es tanto que se desestime la validez de la filiación adoptiva o desligada de la progenitura, sino de que se estima modelo de toda adopción al esquema de la relación entre un hombre y una mujer, presidida por el amor y orientada al engendramiento de hijos. Todo ello en un ámbito social no sólo anterior al cristianismo, sino cuando menos condescenciente y tolerante de fenómenos como la homosexualidad o el divorcio.
Concluyo definiendo una posición entre un iusnaturalismo ingenuo y un absoluto constructivismo, que esconde una soberbia autoexaltación vacía de la potencia creadora del hombre y que es la hegemónica posición moderna. Coinciden ambas en terminar en la afirmación de una sobrenaturaleza humana, anterior y trascendente en el primer caso, posterior e inmanente en el segundo. Tengo la impresión de que, entre ambas metafísicas, se desenvuelve la vieja doctrina cristiana.

1. Las comillas señalan el siguiente reparo: no me cabe duda del carácter antropológico o cultural de las estructuras de parentesco pero no dejaré de dudar de la índole estrictametne praeternatural de la filiación y el parentesco. Entiendo que esta duda es un componente inexcusable de la fe, si no es fe hermética e inmediata, impropia de un hombre, aunque pueda ser propia del que sea más o menos que un hombre.

7/6/10

Espacio Europeo de Educación Superior/2008

Dejo enlace a un par de páginas del año 2008, que no vi publicadas entonces, pero que he visto que vieron la luz en su momento. Gracias al amigo J. Carlos Aguirre ahora las puedo revisar y ofrecer aquí

DE LA NADA, QUE AVANZA

Ese título es casi un lugar común, el desierto debiera habernos asfixiado ya. Acaso lo ha hecho. Me miro las manos, nervudas y cruzadas de v...