"Hay sólo un instrumento eficaz para el gobierno de los hombres, y es la persuasión. Pero la persuasión se debilita cuando quien la debe emplear carece de dignidad. La dignidad es la cualidad más exterior entre muchas que son necesarias para el mando; éstas, en algunos casos, están muy próximas a la virtud, de tal modo que, en algunas situaciones de autoridad, de un hombre digno se puede también presumir que es bueno. Pero en el caso particular del gobierno nacional no es así. El auditorio es tan grande, el actor está tan distante y apartado, que en este asunto la dignidad reside principalmente en la observación de aquella clase de ritual que pidan el temperamento nacional y la forma nacional del poder ejecutivo. Tales funciones de ritual más bien ponen en peligro que fortalecen el alma de aquel que está llamado a ejercerlas. Es a menudo un signo de excelencia personal en un gobernante el que se sienta disgustado por ellas y las deje a un lado, pero para el Estado son necesarias. Porque si semejante ritual se cumple de mala manera, la dignidad falla y al faltar la dignidad, repito, se debilita la persuasión, y cuando la persuasión se debilita se destruye el gobierno del cual depende la cohesión de una nación y la coordinación de sus facultades."
(Hilaire Belloc)
(Hilaire Belloc)
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