Días atrás citaba palabras de F. Tönnies en las que podía leerse, a su vez, una cita de Montaigne: Le proufict de l´un c´est le dommage d´aultruy.
Escribía Tönnies: "El beneficio no es un valor, significa sólo un cambio en las proporciones de la riqueza, y la ganancia del uno es la pérdida del otro".
No se trata de un problema técnico-económico, tampoco meramente histórico-político. Es cuestión teológica y especialmente acuciante en el mundo moderno: "El rico es un animal inexorable que estamos obligados a detener con una hoz o un paquete de metralla en el vientre... Es intolerable para la razón que un hombre nazca ahíto de bienes y otro nazca en el fondo de un agujero para estiércol. El Verbo de Dios nació en un establo, por odio del Mundo. Los niños lo saben, y todos los sofismas de los demonios nada cambiarán en ese misterio de que el goce del rico tenga por substancia el Dolor del pobre. Cuando esto no se comprende se es un estúpido en su tiempo y por toda le eternidad - ¡Un estúpido para toda la eternidad!-
¡Ah, si los ricos modernos fueran auténticos paganos, idólatras declarados, nada habría que decir. Su primer deber sería, evidentemente, aplastar a los débiles y el de los débiles sería reventarles a su vez, cuando se les presentara la ocasión. Pero quieren ser católicos pese a todo, y católicos a carta cabal. ¡Pretenden ocultar sus ídolos hasta en las Llagas adorables!...
Kolding. Dinamarca. Enero 1900. (La sangre del pobre. Léon Bloy)
Escribía Tönnies: "El beneficio no es un valor, significa sólo un cambio en las proporciones de la riqueza, y la ganancia del uno es la pérdida del otro".
No se trata de un problema técnico-económico, tampoco meramente histórico-político. Es cuestión teológica y especialmente acuciante en el mundo moderno: "El rico es un animal inexorable que estamos obligados a detener con una hoz o un paquete de metralla en el vientre... Es intolerable para la razón que un hombre nazca ahíto de bienes y otro nazca en el fondo de un agujero para estiércol. El Verbo de Dios nació en un establo, por odio del Mundo. Los niños lo saben, y todos los sofismas de los demonios nada cambiarán en ese misterio de que el goce del rico tenga por substancia el Dolor del pobre. Cuando esto no se comprende se es un estúpido en su tiempo y por toda le eternidad - ¡Un estúpido para toda la eternidad!-
¡Ah, si los ricos modernos fueran auténticos paganos, idólatras declarados, nada habría que decir. Su primer deber sería, evidentemente, aplastar a los débiles y el de los débiles sería reventarles a su vez, cuando se les presentara la ocasión. Pero quieren ser católicos pese a todo, y católicos a carta cabal. ¡Pretenden ocultar sus ídolos hasta en las Llagas adorables!...
Kolding. Dinamarca. Enero 1900. (La sangre del pobre. Léon Bloy)
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