A menudo es preciso retroceder para rearmarse, ceder e incluso conceder para afrontar más tarde. A menudo es preciso retirarse para reunir las fuerzas y aprestarse a resistir. En esos momentos también conviene la arenga, pero su estilo será calmo y cercano a la oración. Habrá que encomendarse a potencias superiores, pero no bajo el signo de un martirio paciente sino armado. Testimonio ofensivo y dispuesto al ataque, resistencia activa. La voz queda, la sintaxis exacta, el sentido metálico. ¿No es ésta la manera característica de D. Nicolás Gómez Dávila?
La sabiduría de este siglo se reduce a observar el mundo con la mirada amarga y sucia de un adolescente depravado.
Los ángeles melómanos de la mitología cristiana serán reemplazados, en el paraíso progresista, con profesores de gimnasia.
La desintegración creciente de la persona se mide comparando la expresión "aventura amorosa", que se estilaba en el XVIII, con la expresión "experiencia sexual" que usa el siglo XX.
Mientras el clero no haya terminado de apostatar, va a ser difícil convertirse.
Dios es la razón del sabor, en la cosa que deja de ser insípida.
En este aburguesamiento universal, añoro menos la aristocracia muerta que el pueblo desaparecido.
Cuando oímos los acordes finales de un himno nacional, sabemos con certeza que alguien acaba de decir tonterías.
Basta mirar al que nos insulta para sabernos vengados.
Toda recta lleva derecho a un infierno
El individuo tiene que pensar en el idioma de una tradición filosófica, así como tiene que expresarse en el idioma de una colectividad lingüística.
La originalidad sólo depende del sesgo del espíritu.
El canónigo corpulento y lujurioso que cree en Dios es más indiscutiblemente cristiano que el pastor austero y macilento que creen en el hombre.
Los que pretenden abolir la alienación del hombre, cambiando la estructura jurídica de la economía, recuerdan al que resolvió el problema de su infortunio conyugal vendiendo el sofá del adulterio.
En las democracias, donde el igualitarismo impide que la admiración sane la herida que la superioridad ajena saja en nuestras almas, la envidia prolifera.
La envidia es el innoble sustituto democrático del homenaje.
Si los europeos renuncian a sus particularismos para procrear al "buen europeo", temamos que sólo engendren a otro norteamericano.
Las escorias pueriles abundan en el pensamiento reaccionario, mientras la llama marxista no lo acendra.
Sin la filosofía, las ciencias no saben qué saben.
Sabiendo que no puede ganar, el reaccionario no tiene ganas de mentir.
Sin severo entrenamiento epistemológico, no podemos emprender la conquista del derecho a la superstición.
Los tres enemigos del hombre son: el demonio, el Estado y la técnica.
No soy un intelectual moderno inconforme, sino un campesino medieval indignado.
Lo que finalmente importa no es que un pueblo ejecute una política eficaz en la tierra, sino que sea un gesto admirable en la historia.
Y al que socarronamente nos pregunte, ¿qué queda del que pierde?, preguntemos con ironía ¿qué queda del que gana?.
La sabiduría de este siglo se reduce a observar el mundo con la mirada amarga y sucia de un adolescente depravado.
Los ángeles melómanos de la mitología cristiana serán reemplazados, en el paraíso progresista, con profesores de gimnasia.
La desintegración creciente de la persona se mide comparando la expresión "aventura amorosa", que se estilaba en el XVIII, con la expresión "experiencia sexual" que usa el siglo XX.
Mientras el clero no haya terminado de apostatar, va a ser difícil convertirse.
Dios es la razón del sabor, en la cosa que deja de ser insípida.
En este aburguesamiento universal, añoro menos la aristocracia muerta que el pueblo desaparecido.
Cuando oímos los acordes finales de un himno nacional, sabemos con certeza que alguien acaba de decir tonterías.
Basta mirar al que nos insulta para sabernos vengados.
Toda recta lleva derecho a un infierno
El individuo tiene que pensar en el idioma de una tradición filosófica, así como tiene que expresarse en el idioma de una colectividad lingüística.
La originalidad sólo depende del sesgo del espíritu.
El canónigo corpulento y lujurioso que cree en Dios es más indiscutiblemente cristiano que el pastor austero y macilento que creen en el hombre.
Los que pretenden abolir la alienación del hombre, cambiando la estructura jurídica de la economía, recuerdan al que resolvió el problema de su infortunio conyugal vendiendo el sofá del adulterio.
En las democracias, donde el igualitarismo impide que la admiración sane la herida que la superioridad ajena saja en nuestras almas, la envidia prolifera.
La envidia es el innoble sustituto democrático del homenaje.
Si los europeos renuncian a sus particularismos para procrear al "buen europeo", temamos que sólo engendren a otro norteamericano.
Las escorias pueriles abundan en el pensamiento reaccionario, mientras la llama marxista no lo acendra.
Sin la filosofía, las ciencias no saben qué saben.
Sabiendo que no puede ganar, el reaccionario no tiene ganas de mentir.
Sin severo entrenamiento epistemológico, no podemos emprender la conquista del derecho a la superstición.
Los tres enemigos del hombre son: el demonio, el Estado y la técnica.
No soy un intelectual moderno inconforme, sino un campesino medieval indignado.
Lo que finalmente importa no es que un pueblo ejecute una política eficaz en la tierra, sino que sea un gesto admirable en la historia.
Y al que socarronamente nos pregunte, ¿qué queda del que pierde?, preguntemos con ironía ¿qué queda del que gana?.
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