La vida de Karl Polanyi (1886-1964) transcurre entre el corazón de la Vieja Europa y los Estados Unidos, a lo largo de un período que todavía pudo conocer el "soñado jardín de la cultura liberal", en palabras de G. Steiner. En efecto, disfrutaría de una parte de "la paz de los cien años" entre 1815 y 1914. Sufriría la quiebra de la larga guerra mundial entre 1914 y 1945 para hallar refugio entre Canadá y los Estados Unidos, que vetarían la entrada a su mujer a causa de su pasada militancia comunista. Huérfano del imperio austro-húngaro, porque pese a su posición por la independencia de Hungría, es uno más de los exiliados de ninguna parte que, procedentes del viejo imperio austríaco, ya no podrían reconocer su procedencia sobre el mapa de la Nueva Europa. Emigrado a Londres en 1933, acosado por el hitlerismo, sólo en 1947 traspuso el Atlántico para ocupar una plaza en la Universidad de Columbia.
A los que no aceptamos la viabilidad de la presunta síntesis de cristianismo y socialismo la cercanía de Karl Polanyi a los círculos de cristianos afectos al socialismo podría parecernos ingenua. En modo alguno lo es, porque nada hay de ingenuidad en la obra de Polanyi, cuya indudable solidez admite, por supuesto, la crítica pero de ningún modo el desprecio o la desatención. Bastará recordar la cercanía de los hermanos Chesterton a la sociedad fabiana y al primer laborismo británico. Digamos, simplemente, que no se compadece fácilmente con nuestro socialismo cristiano, al estilo de Bergamín.
La obra de Polanyi remonta la oposición entre la filosofía cristiana y el socialismo, no tanto para lograr ninguna aufhebung, porque - como en toda obra de valor - en la posición lograda no están únicamente contenidos estos términos anteriores, sino muchísimos otros elementos a ninguno de los cuales se reduce, como tampoco a la suma abstracta de todos ellos. A partir de un material plural y riquísimo (Historia económica, antropología, economía política, teología y filosofía..), que es parte de su singular circunstancia biográfica, Polanyi ha producido una obra de extensión breve, pero cuya intensión e intensidad tardaremos en determinar.
"El solipsismo económico generó un concepto insulso de justicia, ley y libertad en nombre del cual la historiografía moderna negó toda credibilidad a los incontables textos antiguos, en los que se declaraba que el fin del estado era el establecimiento de la rectitud, la insistencia en la ley y el mantenimiento de una economía central sin opresión burocrática.
La verdadera condición de estas cuestiones es tan diferente de la mentalidad de mercado que no es fácil transmitirla con simples palabras. En realidad, la justicia, la ley y la libertad, como valores institucionalizados, hicieron su primera aparición en la esfera económica como resultado de una acción estatal. En las sociedades tribales, la solidaridad se salvaguarda mediante la costumbre y la tradición; la vida económica está incrustada en la organización social y política de la sociedad; no hay lugar para las transacciones económicas; y se trata de impedir toda acción ocasional de trueque, ya que se considera un peligro para la solidaridad tribal. Cuando surgen las leyes territoriales, el rey-dios provee el centro de la vida comunal, amenazada por el debilitamiento del clan, al tiempo que con la ayuda del estado se lleva a cabo un enorme avance económico: el rey-dios, fuente de la justicia, legaliza las transacciones económicas, tachadas anteriormente de lucrativas y antisociales. Esta justicia se institucionaliza mediante equivalencias, se legaliza mediante estatutos y se ejecuta la mayoría de las veces por los propios funcionarios del palacio y del templo que manejan el aparato tributario y redistributivo del estado territorial. Las normas legales se institucionalizan en la vida económica a través de los órganos administrativos que regulan la conducta de los miembros de los gremios en sus transacciones comerciales. La libertad llega a ellos mediante la ley; no hay patrón al que deban obedecer; y, en tanto mantengan su juramento al cabeza del estado y su lealtad al gremio, son libres de actuar de acuerdo a sus intereses, siendo responsables de todas sus acciones. Cada uno de estos pasos hacia la introducción del hombre en el ámbito de la justicia, la ley y la libertad fue originalmente el resultado de la acción organizativa el estado en el campo económico. Pero el solipsismo económico se olvidó del temprano papel del Estado en la vida económica. Así mantuvo su dominio la mentalidad de mercado. La absorción de la economía por los conceptos mercantiles fue tan total que ninguna de las disciplinas sociales pudo escapar a sus efectos. Imperceptiblemente, todas ellas se convirtieron en baluartes de los modos de pensamiento económicos" (El sustento del hombre)
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