H. Belloc, al margen de sus posiciones teológicas o políticas, es un historiador aficionado indudablemente plástico. Digo "aficionado" en el sentido en que Chesterton habla de "hobby" en su Autobiografía. Muy figurativa es su manera de enfatizar la cronología en referencia al criterio inamovible de la vida humana y su duración media.
“La escala de la vida humana afecta vigorosamente los grandes cambios que se producen en la sociedad humana. Lo que está más allá del recuerdo viviente deja de tener una influencia muy activa. Ahora bien, cuando empezó el Gran Cisma, sólo los hombres muy viejos, demasiado viejos para poder influir con sus tradiciones y estados anímicos sobre el mundo, recordaban la Sede Papal de Roma indivisa e indiscutida de su infancia. Cuando la cuestión del Gran Cisma estuvo definitivamente zanjada, el antiguo estado indiscutido de unidad europea bajo un Papa todopoderoso había quedado muy atrás en una lejana historia pasada”
Ahora que la vida de mi amigo más viejo se apaga, a sus 97 años de edad, veo con claridad que lo que pudo esperarse en 1928 no puede esperarse hoy, y a la irreparable pérdida personal he de sumar el fracaso histórico.
"El segundo título "el fracaso de la cristiandad" es también exacto considerado desde uno de los ángulos del asunto. Europa cesaba de estar unida y no ha vuelto a estarlo desde entonces. Pero no deberíamos aceptar la doctrina de que la separación de sus diversas partes estaba destinada a proseguir en forma creciente. La tendencia centrífuga podría muy bien no haber sido más que un mal pasajero.La reacción tenía que producirse, y por cierto se produjo. Más aún, una tendencia contraria, poderosa, instintiva, dirigida a unir a Europa, ha aparecido una y otra vez desde entonces, procurando hacerse efectiva, y aunque hasta ahora siempre ha fracasado, no debemos estar seguros de que en el futuro no tenga éxito. Por mi parte, siempre he pensado que, bajo la presión de elementos demasiado extraños que realmente hagan peligrar nuestra tradición europea común, resurgiría la unidad" (H. Belloc. Cómo aconteció la Reforma. 1928)