20/9/10

Fe de vida

En un indescriptible estado de desolación vengo a dar fe de vida. Añadamos a la desolación la tristeza que supone tener que presentarse aquí y no de viva voz y cuerpo presente. En cualquier caso parece que hemos sobrevivido hasta aquí al naufragio de la mudanza.  Hasta aquí. Porque no habitamos todavía este espacio que sigue duro e intacto. Perdimos el hogar y no hemos hallado el techo al que acogernos, seguimos amparados por la familia con el mundo semicerrado en cajas de cartón y bolsas de plástico. Algo más que el viejo cofre mundo que escondía el fuego del hogar, aquí tenemos la casa en llamas. No en vano dicen que dos mudanzas equivalen a un incendio. Pero esperamos y parece que hasta aquí sobrevivimos al naufragio. Hay un orden que se va manifestando...

2 comentarios:

Alfonso dijo...

Cuidado con lo que dices, hermano.
Menos mal que no has añadido a la desolación de la que hablas el presentarte de "cuerpo presente". Después de eso ya no hay desolación posible.

Escoliasta dijo...

Mira el uso que hace un maestro de esa expresión. Es el nuevo sentido lo que le robo a D. Gabriel:
"...pero cuando lo dejaron solo otra vez con su patria y su poder no volvió a empozoñarse la sangre con la conduerma de la ley escrita sino que gobernaba de viva voz y de cuerpo presente a toda hora y en todas partes con una parsimonia rupestre pero también con una diligencia inconcebible a su edad..."
(G.G. Márquez. El otoño del patriarca.)

DE LA NADA, QUE AVANZA

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