22/10/09

Desdicha: Decir y Desdecir. (Elementos de Política Intempestiva VIII)

Todavía no me he encontrado el lugar en que, según se me dice, Francisco Ayala se desdice de sus posiciones e ideas de postguerra, articuladas fundamentalmente en su Razón del Mundo. Que todo autor reelabora su pensamiento a la luz de los tiempos es indudable, otra cosa es desdecirse frontal y plenamente. Esto último sólo puede juzgarse una desdicha, y aún especialmente en su caso. En efecto, la obra en cuestión no desmerece entre los grandes clásicos de la Filosofía de la Historia de España; es la obra de un maestro, lo que tiene un profundo sentido moral que no admite desdichas como la señalada, más propias de invertebrados. 

"Pienso, en efecto, que la altura a que ha llegado la crisis de Occidente permite, primero dominar el conjunto del último tramo recorrido - la modernidad -, descubriendo con eso su sentido; y segundo, reconocer sin grave riesgo el hecho de que durante ese lapso hemos ocupado nosotros una posición excéntrica, puesto que, una vez agotado, se encuentra disuelta ya la fatalidad lacerante de la situación. No impolítico, sino, al contrario, altamente político será, pues, subrayar con la mayor energía nuestra insolidaridad radical con un proceso disociador que ha conducido, y que no podía dejar de conducir, a la catástrofe que amenaza hundir al Occidente. La responsabilidad que nos puede caber en esta catástrofe es insignificante, por cuanto hemos resistido con toda energía a las disgregadoras tendencias que debían desencadenarla. Lo que tal resistencia nos ha costado, nadie podrá desconocerlo. Nos hemos debatido en la tortura de nuestras ligaduras, y llegamos al final destrozados, y en los puros huesos de nuestra básica estructura cultural. Pero aún la conservamos, informando nuestro carácter común, determinando nuestras formas de vida - y ¿cómo no, si por centurias fueron abandonadas a su inculta espontaneidad? -, bastardeadas, pero capaces todavía de erigir sobre sus principios ínsitos un nuevo sistema universalmente válido.
Mientras tanto, el resto del mundo occidental llega al tope y encuentra cierrado el camino de cuatro siglos. Se han agotado las posibilidades de despliegues en un crecimiento diferencial de las varias naciones y, tras los riquísimos frutos alcanzados por ellas a estímulo del espíritu de conquista en el terreno del progreso técnico y del conocimiento instrumental, los aplican al aniquilamiento recíproco, porque ya no hay expectativas de expansión paralela, y la historia no tiene vuelta" (Franciso Ayala)

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