El conde de Saint-Simon expresa de un modo más ingenuo, si cabe, que su eminente discípulo Augusto Comte, la imagen de nuestro presente; posee, por tanto, una radical actualidad. Esta afirmación depende de la interpretación del presente que cada cual esgrima. Naturalmente, suponemos que esto que estoy llamando "nuestro presente" está muy lejos de manifestar un rostro inequívoco. Será escandaloso lo que digo para los que contemplan el presente desde un optimismo progresista sin matices, pero su número es menguante.
No me cabe duda de que el liberal-positivismo (liberal-socialismo, demoliberalismo... son nombres posibles) es la triunfante concepción del mundo: esto arrastra ya un diagnóstico del presente en el que no me detendré ahora. Dejo una horrorosa descripción de la futura Europa saint-simoniana, que no es la nuestra más que en su más profunda esencia. Aquí se presentaba sin máscara:
"Capítulo V.
Acción interior y exterior del gran parlamento.
Toda cuestión de interés general habrá de ser llevada al gran parlamento y examinada y resuelta por éste. Será el único juez en los desacuerdos que puedan surgir entre los Gobiernos.
Si una porción cualquiera de la población europea, sometida a un Gobierno cualquiera, quisiera formar una nación aparte o ponerse bajo la jurisdicción de un Gobierno extranjero, el parlamento europeo será el que decida. Ahora bien, no decidirá en favor de los intereses de los gobiernos sino de los pueblos, marcándose siempre como meta la mejor organización posible de la confederación europea.
El parlamento europeo deberá tener en propiedad y soberanía exclusivas una ciudad y su terriotorio.
El parlamento europeo tendrá el poder de recaudar en la confederación todos los impuestos que juzgue necesarios.
Todas las empresas de utilidad general para la sociedad europea serán dirigidas por el gran parlamento; así por ejemplo, unirá con canales el Danubio al Rin, el Rin al Báltico etc.
Sin actividad afuera no hay tranquilidad adentro. El medio más seguro para mantener la paz en la confederación será llevarla incesantemente fuera de sí misma y tenerla ocupada sin descanso en grandes obras interiores. Poblar el globo con la raza europea, que es superior a todas las otras razas de hombres; hacerlo viajable y habitable como Europa: ésta es la empresa por la cual el parlamento europeo deberá ejercer sin remisión la acción de Europa y mantenerla siempre en vilo.
En toda Europa, la instrucción pública estará dirigida y vigilada por el gran parlamento.
Al gran parlamento se le encomendará la redacción de un código moral, tanto general como nacional e individual, para que sea enseñado en toda Europa. En él, quedará demostrado que los principios sobre los que se asienta la confederación europea son los mejores, los más sólidos, los únicos capaces de hacer que la sociedad sea tan feliz como pueda serlo por la propia naturaleza del hombre y por el estado de sus luces.
El gran parlamento permitirá toda libertad de conciencia y el libre ejercicio de todas las religiones; pero reprimirá aquellas cuyos principios sean contrarios al código moral que se ha establecido.
Así, habrá entre los pueblos aquello que constituye el lazo y la base de cualquier asociación política: conformidad entre las instituciones, unión de intereses, relación de máximas, comunidad moral y de instrucción pública."
(Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon.
De la reorganización de la sociedad europea)
1 comentario:
Por lo menos lo decía con todas las letras, no se había inventado lo "políticamente correcto".
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