18/5/10

Raíz de la afirmación.

F. Tönnies, admirado clásico de la filosofía social moderna, digamos sociología, ha sido tachado ocasionalmente de tradicionalista o conservador por su interés por las comunidades premodernas y los vínculos antropológicos fundamentales. Sin duda fue un patriota alemán. Tras el Tratado de Versalles ningún alemán pudo dejar de notar que lo era: su nacionalismo sería, sobre todo, un producto francés. Y quien hoy puede perdonarle su nacionalismo - como digo, un efecto francés, es decir, moderno - no le perdonará su adscripción fundamental que lo ubica en Alemania, pero inmediatamente en Oldenwortd, Nordfriesland.Esa procedencia, creo que sin paradoja, le llevaría - contra su recomendación de no pertenecer a organizaciones políticas - a afiliarse en 1932 al partido socialista, cuando tantos cedían al miedo. En 1925 evoca el Tratado de Versalles:
 "Un tratado de paz que se dicta al igual que una sentencia contra un criminal, a quien no se concede más derecho que el de aprobarla o repudiarla interiormente, no es tal tratado; jurídicamente, no es posible más que con respecto a los súbditos, y es, por lo tanto, nulo, a pesar de su nombre. Y especialmente es nula esa confesión de culpa, lograda bajo la amenaza de que la negación acarrearía más graves castigos, arrancada por acusadores que pretenden ser al mismo tiempo jueces; es una coacción que tiene la categoría procesal del tormento y que no ha sido caracterizada todavía como tal en toda su barbarie.
Este caso monstruoso sirve admirablemente para ponernos de manifiesto que las doctrinas del derecho natural conservan todavía una importancia real" (F. Tönnies, Kiel, verano de 1925. Prólogo a la tercera edición de su Vida y doctrina de Thomas Hobbes. Edición española de 1932, en Revista de Occidente, traducción de E. Imaz.)

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