15/6/11

El ocaso de la persona


Todavía en el último tercio del último siglo se encontraban voces disonantes. Últimas sombras arruinadas de una vieja figura del espíritu. Entre ellas la de Max Horkheimer en 1966:



"En China, por el contrario, donde en otro tiempo la gran familia patriarcal determinaba, sobre la base en definitiva de la economía agraria intensiva, la vida de la nación y su religión, el matrimonio ha perdido hoy terreno. Más que las transformaciones de las formas de trabajo e incluso que la rígida educación colectiva es la necesidad de frenar el ingente aumento de la población lo que ha influido al respecto. Se difunden y generalizan el retraso del matrimonio, la contracepción, la interrupción del embarazo. En la medida en que los informes puedan ser fiables, la mayor parte de la juventud no se ha limitado a tomar nota y a actuar de acuerdo con las intenciones del gobierno, sino que ha internalizado intelectual y sentimentalmente las directrices. El erotismo ha perdido importancia, el interés, incluso en las muchachas jóvenes, no se centra tanto en el matrimonio como en la "construcción del socialismo", en la brigada, en la comuna, en el estado. Lo que ocurre en China me parece, en muchos sentidos, más significativo para el futuro de Occidente que los procesos en curso en la Unión Soviética, que cada vez se asemeja más a él.Que el período de la individualidad sea superado en cierta medida por actualmente irracional, que la amistad entre particulares valga como secundaria en la ascensión de lo colectivo, incluidos el pragmatismo asumido en la carne y en la sangre y el pensamiento puramente utilitario que se manifiesta en cada palabra de los líderes chinos, todo ello está en el horizonte de Occidente por esforzadamente que se intente mirar hacia otro sitio.
Permítanme dilucidar brevemente los tres elementos recién citados: el aumento en importancia del colectivo frente a la persona, la transformación de las relaciones humanas, el pensamiento de lo útil. Sobre la evolución del matrimonio no ejercen la menor influencia. El retroceso de la individualidad no significa que vengan a desaparecer las diferencias de rasgos individuales. Cuando más pase, sin embargo, la educación en Europa y América de la familia a jardines de infancia, escuelas e instituciones, y no sólo a ellos, sino a los grupos que allí se forman, deportivos o de otro tipo, menos interés habría en preservar y desarrollar matices personales y diferencias. Lo característico de particularidades psíquicas del individuo singular tiene de forma creciente un efecto contraproducente, resulta raro. Las diferencias legítimas surgen de la especialización laboral, son impresas en la correspondiente forma de vida a través del sector ocupacional. Con el aumento de la colectivización, con el paso de la competencia individual a la grupal, el debate entre posiciones políticas distintas y, en general, entre convicciones dispares pierde relevancia para el individuo, las confesiones significan marcas identificatorias, el gobierno se convierte en administración omniabarcadora. En lugar de afectar a ideas cosmovisionales, las discusiones giran cada vez más en torno a las conveniencias, a hechos comprobables, a lo experimentalmente decidible. Cuando más regulada esté la sociedad, tanto más instrumentales son las relaciones humanas, tanto más carente de sentido la entrega al individuo singular. El apetito de placer sexual, como el de comida y bebida, ampliamente regulado en el futuro mediante adelantos químicos, será satisfecho sin diferenciación de mayor peso. En las postrimerías del período burgués y de su injusticia específica, con la victoria de la época técnica de él resultante, el aura de la persona se apaga. Mediante la presentación no elegida y la conversión activa en imágenes públicas de las estrellas cinematográficas, de los líderes manchados de sangre, de las princesas en busca de marido, mediante la laboriosa personificación en los medios de comunicación de masas, a los que, obviamente, ya no queda otra cosa a mano, viene, por así decirlo, a confirmarse el final de la persona en sentido genuino.
La decreciente importancia de la amistad es una consecuencia de ello. Si el individuo singular no entra en contradicción con otros individuos o, si hubiera lugar a ello, con la sociedad existente, entonces la amistad pierde, con el peso práctico, también su seriedad. Queda, a lo sumo, como un hobby, como una distracción para el tiempo libre, por satisfactoria que pueda igualmente ser. Exactamente lo mismo sucede con lo que se llama amor..." (Max Horkheimer, 1966)

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