3/6/11

Servicio y Política.

"Entre vosotros no debe ser así: de vosotros, el mayor, se haga como el menor y el que manda, como el que sirve"

La impotencia del individuo frente al Estado ha ido creciendo durante los largos siglos de esta modernidad. En los primeros tiempos el recurso a los "cuerpos intermedios" - entre las ruinas de los diferentes estamentos - se ofreció todavía como medio de contención y resistencia al poder creciente del Leviatán. De la laminación de las corporaciones y cofradías de las gens de métier, de la laminación de las comunidades de oficios - concebidas por los revolucionarios liberales como corporaciones privilegiadas y, como tal, contrarias al principio de igualdad que rige el proceso de holización política de la comunidad o proceso de su conformación en sociedad - surgirá el fantasma de la clase obrera, que ya en 1848 empezaba a recorrer Europa. Un espectro sin densidad o un espíritu que ha perdido, con la descomposición corporativa, el organismo que lo realizaba. Diríamos que se ha ido apareciendo a medida que se irrealizaba, no siendo más que el espectro de la comunidad. 
Yo no espero nada de la clase obrera y el obrerismo se me presenta como complemento del utilitarismo liberal, signo del complemento entre socialismo y liberalismo. La impotencia del individuo es hoy absoluta y nada cabe esperar de esa presunta alternativa. El grado de impotencia del individuo alcanza hoy a poner en peligro los escasos restos de singularidad personal que quedaran entre las grietas inalcanzadas por el nuevo orden. Esa singularidad personal sólo tiene sentido ya al margen de la política o más allá de la política; en un terreno metapolítico cuya vigencia impugnan los que conciben la completa reducción política de la existencia antropológica. 
Cuando ridiculizan, tildándolo de infantil, cualquier gesto metapolítico contribuyen a la hipóstasis de la política. No contemplan que esa sustantivación se corresponde con la reducción económica y social del mundo antropológico. Por el contrario conciben política, sociedad y economía como dimensiones diversas o, incluso, enfrentadas. No están enfrentadas y no es, en absoluto, absurdo ser como niños. Lástima que no lo sean ni realistas, ni soñadores.

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