29/12/09

Una doctrina de la resistencia.


La idea schmittiana del katechon procede, al parecer, del uso paulino del término. San Pablo utiliza muy especialmente el término en su segunda epístola a los tesalonicenses. Frente a la atmósfera de secularización o, más propiamente, neutralización de los conceptos teológicos por la política moderna, podría articularse una doctrina de la resistencia que sirva de bloqueo u obstáculo al avance de la nada,  que esconde la moderna idea de progreso. Contra la unidad tecno-económica del mundo y su faz democrático-liberal podría elevarse una barrera, que Schmitt encuentra en la vieja forma de la Cristiandad. Esta idea de resistencia no atiende, pues, a un momento parcial del mundo nuevo sino que trata de impugnar la apoteosis moderna de la mera política, la citada atmósfera de neutralización, restaurando con ello el mundo, si la idea de mundo es por sí misma una idea metafísica. Pero no se trata de la revisión de la vieja doctrina retrógrada, no se trata de la Cristiandad medieval sino de su forma política: la comunidad universal. La naturaleza y alcance de los problemas envueltos en semejante programa no podrían exagerarse.

En la citada carta a los de Tesalónica S. Pablo escribió:

"Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimos, y no os alarméis por alguna manifestación profética, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera.
Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. ¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros?. Vosotros sabéis qué es lo que ahora lo retiene (to katechon), para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de la impiedad ya está actuando. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene (ho katechon), entonces se manifestará el Impío a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca y aniquilará la Manifestación de su Venida.
La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuanto no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad" (II Tes. 2, 1-12)

27/12/09

Último Paso


"Año nuevo, vida nueva" afirma el común sin reparar en que no hay tránsito a nueva vida sin muerte previa. No quiero tanto, bastará con una reforma. Había pensado, amante como soy de las ceremonias y completamente incapacitado para las mismas, en destruir este blog la próxima noche del 31 de diciembre; acaso para rehacerlo bajo máscaras nuevas o, simplemente, para dedicarme a tareas de mayor importancia.
Estas páginas lo son únicamente por analogía, de hecho no tienen más consistencia que un viento electrónico, que la escritura sobre el agua, carecen de todo valor real. Ahora bien, para el que se sostiene sobre la mano que escribe, estas líneas adquieren un valor fundamental y el gesto de eliminarlas contiene un índice de auto-negación. Así las cosas, sólo puedo imaginar una par de labores de importancia superior a la poca cosa que aquí voy dejando: la escritura real de mayor aliento que el fragmento y la nota de paso y, primero y fundamental, el cuidado de mis hijos.
Por otra parte, son ya dos años y medio los que han pasado por mí desde el  filo de junio del 2007. Me he habituado a la nota ocasional, al comentario marginal y la cita señalada. Va quedando un leve rastro, sin trascendencia ni profundidad, pero que me ofrece una singular perspectiva de ese mínimo tránsito. Mi primer hijo nació en julio de ese mismo año y no veo que haya de desprenderme de los hitos de la pequeña parcela en que su padre habitaba.
Es cierto que ha servido este tiempo para medir la enorme soledad de ese minúsculo ámbito: véanse el número de comentarios que he recibido. Sé que sólo tengo un par de lectores compasivos y me propuse sostener esta labor como un ejercicio de firmeza contra viento y marea, es decir, contra el absoluto mutismo y el horizonte vacío. También es cierto que mis apelaciones al "yo sé quien soy" de nuestro D. Quijote, antes que mi fortaleza mostraban que no las tenía todas conmigo. Tampoco es tan grande mi soberbia. Agradezco al par de amigos, digo a los dos, sus acertados comentarios.
No me desharé de estas páginas pero no veo cómo puedan prosperar. Sólo unas lecturas que me resultan cada vez más difíciles, ante la enorme cantidad de tareas cotidianas que tengo que afrontar, podrían servir para colmar las mínimas entradas que exige el pulso vivo de este espacio. Convertirlo en el lugar de un diario carece de sentido dada la inanidad de mis días y el poco peso de mi persona. ¿Qué podría hacer?.
Un ejercicio de fe, veremos lo que va pasando. El último paso está siempre al alcance de mi mano. He tomado un par de determinaciones: renovar el espectáculo y modificar las intenciones. Las iré viendo con los días y puede que las vean también el par de amigos, que acaso lleguen a durar lo que dure mi débil persistencia, que puede ser contumacia.

15/12/09

Luminoso Antiedipo

"El amor está por encima del dolor y, por tanto, que es mejor sufrir dolor con tal de estar enamorado, con tal de querer. Y, por tanto, es la contrafigura de la actitud preventiva que siempre tiene el hombre freudiano, que siempre está buscando esconder su responsabilidad mediante el mínimo esfuerzo. Pues bien, éste es un villancico en que se apuesta por el máximo esfuerzo" (J. B. Fuentes)

Tras una nocturna entrevista a Juan B. Fuentes amanece el siguiente villancico de Juan Del Enzina. 


Mas vale trocar…


Más vale trocar
placer por dolores
que estar sin amores.

Donde es gradecido
es dulce el morir:
bivir en olvido,
aquél no es bivir.
Mejor es sufrir
pasión y dolores
que estar sin amores.

Es vida perdida
bivir sin amar,
y más es que vida
saberla emplear.
Mejor es penar
sufriendo dolores
que estar sin amores.
La muerte es vitoria
do bive afición,
que espera haver gloria
quien sufre passión.
Más vale presión
de tales dolores
que estar sin amores

El qu’es mas penado
más goza de amor
que el mucho cuidado
le quita el temor.
Assi qu’es mejor
amar con dolores
que estar sin amores.

No teme tormento
quien ama con fe
si su pensamiento
sin causa no fue.
Haviendo por qué,
más valen dolores
que estar sin amores

Amor que no pena
no pida placer
pues ya le condena
su poco querer
Mejor es perder
plazer por dolores
que estar sin amores.
 


11/12/09

Cash Nexus.

"Empezaremos por el descubrimiento de sir Henry Summer Maine en su Ancient Law (1861) de que muchas instituciones de la sociedad moderna se establecieron mediante contrato, mientras que la sociedad antigua se basaba en el estatus. El estatus, adquirido por nacimiento - por la posición de la familia y el lugar que se ocupaba en ella -, determina los derechos y obligaciones de la persona, que a su vez se derivan del parentesco (o adopción) del tótem y de otras fuentes. Este sistema de estatus persiste bajo el feudalismo, y con algunas reservas hasta la época de la igualdad de los ciudadanos, tal como se estableció en el siglo XIX. Gradualmente fue reemplazado por el sistema de contrato, es decir, por los derechos y obligaciones fijados por transacciones consensuales o contratos. Maine observó estos hechos en el curso de sus investigaciones sobre el derecho romano y los desarrolló en su obra sobre las comunidades aldeanas en la India oriental, cuyas economías sin mercado también fueron conocidas por Marx.
La influencia de Maine en el continente fue apoyada por Ferdinad Tönnies, un sociólogo alemán cuyas ideas quedan resumidas en el título de su obra, Comunidad y Sociedad (Gemeinschaft und Gessellschaft). Al principio la terminología puede parecer confusa, pero no lo es. "Comunidad" se refiere a la "sociedad de estatus" y "Sociedad" a la "sociedad de contrato".
Maine, Tönnies y Marx ejercieron una profunda influencia en la sociología a través de Max Weber, quien con mucha coherencia utillizó los términos Gemeinschaft y Gesselschaft en el sentido que les daba Tönnies, Gesselschaft para la sociedad de contrato y Gemeinschaft para la sociedad de estatus.
Para Maine y Tönnies la connotación emocional de estatus o comunidad, por un lado y de contrato o sociedad, por otro, era muy diferente. Maine consideraba la situación precontactual de la humanidad característica de edades oscuras del tribalismo y la introducción del contrato como una liberación de la sumisión del individuo a la tribu. Por el contrario, las simpatías de Tönnies se inclinaban más al calor de la comunidad que a los fríos lazos impersonales de la sociedad. Idealizaba la "comunidad" como una situación en la que los seres humanos están unidos mediante el tejido de la experiencia común, en tanto que la "sociedad" jamás se aparta de la impersonalidad del mercado y del cash nexus, como definiera Thomas Carlyle a la relación de las personas conectadas solamente por lazos de mercado.
El ideal de Tönnies era la restauración de la comunidad, aunque no regresando a la etapa preindustrial, sino avanzando hacia una forma superior de comunidad que mejoraría nuestra actual civilización. Pare él era una especie de fase cooperativa de la civilización que conservaría las ventajas del progreso tecnológico y la libertad individual al tiempo que reestablecería la integridad de la vida. Su postura, hasta cierto punto, se asemejaba a la Robert Owen y, entre los pensadores modernos, a la de Lewis Mumford. En las Democratic Vistas (1871) de Walt Whitman se pueden encontrar analogías proféticas con este punto de vista.
Las ideas de Maine y Tönnies sobre la evolución de la civilización humana se han considerado claves para estudiar la historia de la sociedad moderna. Sin embargo, durante mucho tiempo no se realizó ningún progreso sobre las pistas que ellos dejaron. Maine adscribió su tesis a la historia de la ley, incluyendo las formas comunales que sobrevivían en los antiguos poblados de la India. Tönnies reconstruyó las ideas principales de la civilización antigua y medieval con ayuda de la dicotomía "comunidad-sociedad". Ninguno de ellos intentó aplicar la distinción a la historia real de instituciones económicas, tales como el comercio, el dinero y los mercados" 
(Karl Polanyi. El sustento del hombre. 1977)

7/12/09

Notas desde el ocaso.


Notas desde el ocaso. Con matiz de declinación y acabamiento. No señala la expresión al extremo occidente, el ocaso refiere a la tierra del final, cuya raya ha pasado la vieja España. Al ocaso seguirá un ascenso, el nacimiento del tiempo nuevo. Esto parece que siempre es así, al hundimiento sigue el advenimiento, a la muerte el nacimiento, al ocaso el orto. Pero la expresión "tiempo nuevo" ya no esconde su terrible gesto, es hoy una amenaza y ya no una promesa. También es cierto que, ante el eclipse de la tradición y de la fuerza vital del viejo orden del mundo, ante la anarquía moral de nuestro tiempo de tránsito (de transición y de treinta y tantos años de transición) parece que cualquier transformación sería, de algún modo, conformación y no desastre, no sólo demolición y ruina. Temo, sin embargo, que el cuerpo muerto de la vieja comunidad universal no encierre ya más que una absoluta desolación, sin eco ni trascendencia, sin renovación y sin potencia.
Abundar y proseguir en la inquisición de la vieja naturaleza, analizar el cuerpo de la comunidad universal, asociada al nombre de una España que se quiso mucho más que nación política y sociedad democrática, mantener la escucha atenta a las voces maestras, esta labor puede no tener ya otro valor que el testimonio. Es poco o es casi nada. Es, sin embargo, todo lo que podemos hacer a día de hoy. El vigente orden  social y liberal, al que se sumarán los restos materiales de la vieja forma metapolítica, tampoco tiene ante sí horizonte alguno. Acaso en el umbral de la nada el testimonio sirva para dar razón y señalar un sentido, siempre que el lejano rumor de estas voces no se haya apagado completamente. Servirán estas notas desde el ocaso, a una labor humilde de guardianes del eco,  centinelas. Es la vocación del cabo de fila que reclama un último esfuerzo ante la inexorable y última acometida. Entre los maestros, Ortega, católico a carta cabal pese a sus soflamas laicistas y anticlericales anteriores a 1932. El primer registro para el último maestro, por voz interpuesta, la de Julián Marías: despreciado por la inteligencia triunfante. Sobre "la peligrosidad de Ortega":

"La inmensa mayoría de los discípulos de Ortega, los más representativos, más dedicados a la función intelectual, son enérgica y claramente católicos. No siempre podría decirse lo mismo de otros maestros, incluso de instituciones religiosas, sea cualquiera su buena voluntad; porque la peligrosidad puede venir también de otras potencias del alma.
Y para terminar con algo más profundo y más bello, quiero recordar que recientemente, hace sólo tres años, los mil trescientos oyentes del "cine" Barceló de Madrid han oído a Ortega decir que la definición más profunda, científica y verdadera que hasta ahora se ha dado del mundo es la que reza en la Salve: un valle de lágrimas" (Marías, J. Obras III. Revista de Occidente. 1964)

De León Bloy. (Rubén Darío 1895)


Es muy conocida la nota que sobre Bloy incluye Rubén Darío en "Los Raros", 1895. Por puro placer de evocar ejemplos. La citada nota termina:
" Robusto, como para las luchas, de aire enérgico y dominante, mirada firme y honrada, frente espaciosa coronada por una cabellera en que ya ha nevado, rostro de hombre que mucho ha sufrido y que tiene el orgullo de su pureza: tal es León Bloy.
Un amigo mío, católico, escritor de brillante talento y por el cual he conocido al Perseguidor, me decía: "Este hombre se perderá por la soberbia de su virtud y por su falta de caridad". Se perdería si tuviese las alucinaciones de un Lamennais, y si no latiese en él un corazón antiguo, lleno de verdadera fe y de santo entusiasmo.
Es el hombre destinado por Dios para clamar en medio de nuestras humillaciones presentes. Él siente que "alguien" le dice al oído que debe cumplir  con su misión de Perseguidor, y la cumple, aunque a su voz se hagan los indiferentes los "príncipes de Sodoma" y las "archiduquesas de Gomorra"; tiene la vasta fuerza de ser un fanático. El fanatismo, en cualquier terreno, es el calor, es la vida: indica que el alma está toda entera en su obra de elección. El fanatismo es soplo que viene de lo alto, luz que irradia en los nimbos y aureolas de los santos y de los genios". (Rubén Darío. Los Raros. 1895)

26/11/09

Entrevista


Entrevista a Juan B. Fuentes en relación con su notable presentación pública: La Impostura Freudiana. Encuentro. Madrid. 2009. Crítica de la modernidad, con Freud debelado.


Juan B. Fuentes. La impostura freudiana.

15/11/09

Modernidad


Van a pintar los andes de blanco... Sabemos que el mundo fue y será una tontería, pero el tango se queda irremediablemente corto y es, además, una trágica tontería. Todo ello, por supuesto, bajo el blanco manto de una explicación científica. Es el modus hodiernus.

13/11/09

Gabriel García Márquez (II)


Abundando en el asunto. Hay una anécdota con valor de categoría, que narra G. Martin (pág 257). No puede ser más significativa. Plinio Apuleyo Mendoza y Gabriel García Márquez visitan Alemania oriental, es el año 1957 y es Leipzig. Allí vivía Luis Villar Borda, convencido militante comunista, becado en la ciudad alemana, en su universidad marxista-leninista.

"Villar Borda llevó a sus amigos a un cabaret estatal con todas las trazas de un burdel, pues había taxímetros en la puerta de los servicios, grandes cantidades de licor y parejas enfrascadas en una actividad sexual de baja intensidad. García Márquez escribió: "No era un burdel, pues la prostitución está prohibida y severamente castigada en los países socialistas. Era un establecimiento del Estado. Pero desde un punto de vista social era algo peor que un burdel". Mendoza y él decidieron que era preferible perseguir a las mujeres en las calles."

En honor de Villar Borda hay señalar una honestidad indestructible, que también manifiesta G. Martin:

"García Márquez y Mendoza le pidieron a Villar Borda que los sacara de su suplicio hallando alguna explicación dialéctica para el estado de la Alemania del Este. Villar Borda, un socialista entregado toda su vida, empezó una perorata, luego se interrumpió y dijo "Es una mierda" " (G. M. p.258)

El de Aracataca ha visto bien el problema:

"Yo creo que en el fondo de todo hay una pérdida absoluta de la sensibilidad humana. La preocupación por la masa no deja ver al individuo. Y eso, que es válido respecto de los soldados alemanes, es válido también con respecto a los soldados rusos. En Weimar la gente no se resigna a que un soldado ruso con ametralladora guarde el orden en la estación de ferrocarril. Pero nadie piensa en el pobre soldado" (G. M. p.257)

Si alguien interpreta aquí alguna forma de legitimación del alternativo paraíso del mercado, no ha entendido una palabra.
Vale.

10/11/09

Comunidad: la lengua y la madre.

Sobrellevo unas pocas debilidades que puedan publicarse, muchas son las inconfesables. Mi gusto y afinidad por la literatura de Gabriel García Márquez no parece que deba ocultarse. Es, sin embargo, para mí mismo un motivo de perplejidad. Sus posiciones políticas inmediatas me son frontalmente opuestas, y su obra periodística me disgusta. Ésta es, naturalmente, su obra más manifiesta, más apegada a la actualidad, y me es no sólo ajena, sino contraria.
Sin embargo, alguna vez he querido tematizar una honda afinidad, que se sobrepone a esa distancia de superficie. Tengo para mí que D. Gabriel es uno de los grandes nombres de la literatura española y este adjetivo es substancial o substantivo. D. Gabriel es uno de los grandes españoles de la literatura. Quiero señalar que esta adscripción no tiene ninguna intención nacionalista de apropiación excluyente. Es una afirmación para cuya discusión sería requisito previo la determinación de una idea precisa de lo que entendemos por España, y creo que es justamente esto lo que me acerca al maestro colombiano, porque la España clásica está en pie y presente de cuerpo entero en su obra, y no me refiero con esto a su gusto por la literatura del siglo de oro, que es sólo un síntoma más de esta honda afinidad antropológica con una estructura metapolítica que la monarquía católica proyectó y realizó, en buena medida.
Esto es lo que sólo un biógrafo inglés puede llegar a entender, y además a entenderlo perfectamente al revés. Por eso, acaso exclamara el maestro ante su biógrafo "no del todo sinceramente" como el propio biógrafo reconoce: "Bueno, supongo que todo escritor que se respeta debería tener un biógrafo inglés".
De ningún modo podría figurar aquí la dimensión de esta obra cuya manifestación plena - Cien años de soledad - narra un cataclismo que compromete hondamente a los españoles: el choque civilizatorio de tradición y modernidad; (léase al respecto la mentada Razón del Mundo del recientemente fallecido D. Francisco Ayala, una obra cuya gestación es contemporánea de la de Cien años de soledad.). Este biógrafo inglés es Gerald Martin pero en el espacio mitológico de D. Gabriel - y la mitología es un componente esencial de ese metapolítico orden antropológico - es ya para siempre el tío Yerald. El tío Yerald escribe en relación a la primera narración de un jovencísimo Gabriel García Márquez.

"Esta obsesión genealógica, dinástica, y la exploración paralela del universo entero (tiempo, espacio, materia, espíritu; vida, muerte, enterro, corrupción, metamorfosis) conforman una estructura lógica y sensorial que, una vez explorada y elaborada de manera explícita, en apariencia desaparecerá de la obra de García Márquez, pero de hecho devendría implícita y sus manifestaciones se moderarán estratégicamente, a fin de sacarles el máximo partido"
(Gerald Martin. Gabriel García Márquez. Una vida. Debate. Barcelona. 2009)

31/10/09

Freud: a día de hoy


Acaba de aparecer, en Encuentro, el libro de Juan B. Fuentes. La impostura freudiana. Una mirada antropológico crítica sobre el psicoanálisis freudiano como institución. No hay que dejarse llevar por el título. No es un comentario más sobre Freud, esconde un capítulo mayor que el libro. La dimensión de su capítulo octavo habrá que ir midiéndola en obras venideras de este autor. La crítica de la modernidad presupone una filosofía de la historia que está aquí miniaturizada, pero cuyo rostro puede apreciarse con claridad. Una filosofía de la historia que bebe en fuentes medievales y cristianas, y que no renuncia a la esperanza. Acaso pueda alentar algún acercamiento al viejo mundo que es el mundo mismo, pese al naufragio multisecular. No será fácil, pero el libro respira una atmósfera de otro tiempo:

"Las catedrales vistas cual fósiles encerrados en nuestras ciudades como sedimentos tardíos. De sus dimensiones no se nos ocurre extraer, sin embargo, consecuencias sobre la fuerza vital que en otros tiempos estuvo coordinada con ellas y les dio forma. Aquello que estuvo vivo dentro de esas conchas multicolores y que las creó es algo que nos queda más lejano que los amonites del Cretáceo; y más fácil que reconstruir su figura nos resulta reconstruir, a partir del hueso de un saurio encontrado en una cantera de pizarra,la imagen del animal de que ese hueso formó parte. También puede decirse que los seres humanos de hoy ven esas obras como ven los sordos las formas de violines y trompetas..." (E. Jünger)

30/10/09

Der Einzelne: Singularidad y Estereotipia

"En una situación en que son los técnicos quienes administran los Estados y los remodelan de acuerdo con sus ideas, están amenazadas de confiscación no sólo las digresiones metafísicas y las consagradas a las Musas, lo está también la pura alegría de vivir. Quedaron atrás hace ya mucho los tiempos en que la propiedad era considerada un latrocinio. Del lujo forma parte también el modo propio de ser, el ethos, del que dice Heráclito que es el daimon del ser humano. La lucha por un modo propio de ser, la voluntad de salvaguardar un modo propio de ser es uno de los grandes, de los trágicos asuntos de nuestro tiempo" (E. Jünger)

22/10/09

Desdicha: Decir y Desdecir. (Elementos de Política Intempestiva VIII)

Todavía no me he encontrado el lugar en que, según se me dice, Francisco Ayala se desdice de sus posiciones e ideas de postguerra, articuladas fundamentalmente en su Razón del Mundo. Que todo autor reelabora su pensamiento a la luz de los tiempos es indudable, otra cosa es desdecirse frontal y plenamente. Esto último sólo puede juzgarse una desdicha, y aún especialmente en su caso. En efecto, la obra en cuestión no desmerece entre los grandes clásicos de la Filosofía de la Historia de España; es la obra de un maestro, lo que tiene un profundo sentido moral que no admite desdichas como la señalada, más propias de invertebrados. 

"Pienso, en efecto, que la altura a que ha llegado la crisis de Occidente permite, primero dominar el conjunto del último tramo recorrido - la modernidad -, descubriendo con eso su sentido; y segundo, reconocer sin grave riesgo el hecho de que durante ese lapso hemos ocupado nosotros una posición excéntrica, puesto que, una vez agotado, se encuentra disuelta ya la fatalidad lacerante de la situación. No impolítico, sino, al contrario, altamente político será, pues, subrayar con la mayor energía nuestra insolidaridad radical con un proceso disociador que ha conducido, y que no podía dejar de conducir, a la catástrofe que amenaza hundir al Occidente. La responsabilidad que nos puede caber en esta catástrofe es insignificante, por cuanto hemos resistido con toda energía a las disgregadoras tendencias que debían desencadenarla. Lo que tal resistencia nos ha costado, nadie podrá desconocerlo. Nos hemos debatido en la tortura de nuestras ligaduras, y llegamos al final destrozados, y en los puros huesos de nuestra básica estructura cultural. Pero aún la conservamos, informando nuestro carácter común, determinando nuestras formas de vida - y ¿cómo no, si por centurias fueron abandonadas a su inculta espontaneidad? -, bastardeadas, pero capaces todavía de erigir sobre sus principios ínsitos un nuevo sistema universalmente válido.
Mientras tanto, el resto del mundo occidental llega al tope y encuentra cierrado el camino de cuatro siglos. Se han agotado las posibilidades de despliegues en un crecimiento diferencial de las varias naciones y, tras los riquísimos frutos alcanzados por ellas a estímulo del espíritu de conquista en el terreno del progreso técnico y del conocimiento instrumental, los aplican al aniquilamiento recíproco, porque ya no hay expectativas de expansión paralela, y la historia no tiene vuelta" (Franciso Ayala)

19/10/09

De paso

Un pasaje de una breve entrevista publicada en ABC, sombreada de exactitud.

"—Pero cuesta trabajo creer que desde un Ayuntamiento progresista se tomen esas medidas prohibiendo la libertad de reunión…
—No me cuesta trabajo en absoluto. Los progresistas y los liberales son intransigentes. Solo hace falta leer a Galdós y entender a Baroja cuando lo definía como fraseología masónica."

18/10/09

Elementos de Política Intempestiva VII

La profunda afinidad semántica, es decir, real, entre la taberna y la caverna - símbolo místico fundamental - debería indicarnos el tipo de desorden que supone el actual modo de convivencia. El tabernáculo, sacra sacrorum, y el habitáculo de la convivencia o de la comunicación se vinculan profundamente. El estilo en que realizamos nuestras libaciones, en un convivium que no merece el término... en español, en efecto, se ha perdido casi totalmente el uso del verbo convidar. Es un signo más, pero un signo esencial que debería forzar el más turbio diagnóstico sobre nuestro presente y el más negro pronóstico sobre nuestro futuro. Insisto en que esto no supone ni pesimismo, ni renuncia a la lucha.
Puedo contemplar cada fin de semana, que en realidad dura ya cuatro días, el fenómeno modernísimo y muy notablemente español del botellón. No se trata sólo de la bebida distribuida, no compartida, sino de las actitudes huidizas y provocativas, agresivas y manifiestamente viciosas de los asistentes. Decía en otra ocasión: "por abajo las maneras del proxeneta, los modos del macho del corral con su lunfardo impotente y degradado". Creo que es preciso.
Es un peligro inminente y de gravedad incomparable. Tras leer la horrorosa novela de McCarthy la alarma se hace más acuciante. Pero son numerosísimos los avisos tenebrosos, y no son de hoy. Al margen del error estratégico, no puede dejar de valorarse muy positivamente el acierto de fondo de Spengler (1880-1936)  quien escribe en las primeras páginas de "El hombre y la técnica" (1931):

"De otra parte estaba el materialismo de origen esencialmente inglés, la gran moda de los semicultos en la segunda mitad del siglo pasado, de los folletones liberales y de las asambleas populares radicales, de los marxistas y de los escritores etico-sociales, que se tenían por pensadores y poetas.
Si a los  primeros les faltaba el sentido de la realidad, a éstos, en cambio, les faltaba en grado superlativo el sentido de la profundidad. Su ideal era exclusivamente lo útil. Todo lo que fuese útil para la "humanidad" pertenecía a la cultura. Lo demás era lujo, superstición y barbarie.
Útil, empero, era lo que sirve a la "felicidad del mayor número". Y esta felicidad consistía en no hacer nada. Tal es, en último término, la doctrina de Bentham, Mill y Spencer. El fin de la humanidad consistía en aliviar al individuo de la mayor cantidad posible de trabajo, cargando a la máquina. Libertad de "la miseria, de la esclavitud asalariada", e igualdad en diversiones, bienandanza y "deleite artístico". Anúnciase el panem et circenses de las urbes mundiales en las épocas de decadencia. Los filisteos de la cultura se entusiasmaban a cada botón que ponía en marcha un dispositivo y que, al parecer, ahorraba trabajo humano. En lugar de la auténtica religión de épocas pasadas, aparece el superficial entusiasmo "por las conquistas de la humanidad", considerando como tales exclusivamente los progresos de la técnica, destinados a ahorrar trabajo y a divertir a los hombres. Pero del alma, ni una palabra.
Éste no es el gusto de los grandes descubridores mismos, con pocas excepciones; ni tampoco el de los que conocen bien los problemas técnicos; sino el de los espectadores, que no pueden inventar nada y, en todo caso, no comprendían nada de eso, pero rastreaban algo que podía redundar en su beneficio. Y con la falta de imaginación que caracteriza al materialismo de todas las civilizaciones, bosquéjase una imagen del futuro, la bienaventuranza eterna sobre la tierra, un fin último y un estado duradero, bajo el supuesto de las tendencias técnicas del año 80, aproximadamente, y en peligrosa contradicción con el concepto de progreso, que excluye todo "estar": libros como "La antigua y la nueva fe" de Strauss; "Retrospección desde el año 2000" de Bellamy, y "La mujer y el socialismo", de Bebel. No más guerras; no más diferencias de razas, pueblos, Estados, religiones; no más criminales y aventureros; no más conflictos por la superioridad de unos y el diferente modo de ser de otros; no más odios, no más venganzas. Un infinito bienestar por todos los siglos de los siglos. Semejantes trivialidades nos producen hoy, al presenciar las fases finales de ese optimismo vulgar, la idea nauseabunda de un profundo tedio vital, ese taedium vitae de la Roma imperial, que se expande al sólo leer tales idilios sobre el alma y que, en realidad, si se realizase, aunque fuese sólo en parte, conduciría al asesinato y al suicidio en masa"

17/10/09

The Road

Estoy leyendo con enorme dificultad la novela La Carretera, de Cormac McCarthy. Dificultades para soportar el texto: doloroso y desesperanzado. No queda un mínimo rastro de esperanza, pese a que se alude al vínculo del padre y su hijo como último eco del mundo. Arrasado, inhabitable, desolador, no puedo dejar de recordar una de esas frases abismales y sucias, que he oído atribuir a J. P. Sartre: "El infierno son los otros". En el desierto sin matices que presenta McCarthy los otros no pueden adjetivarse. Carecen de nombre en cualquier idioma humano. El espacio asfixiante que se dibuja es milimétricamente la contrafigura del mundo: no hay enemigos, sino figuras antropomórficas del mal sustantivo. Los restos arruinados de las viviendas, antes hogares, figuran como espantosos baluartes del inmundo. Nada de esto resultaría aterrador de no contar con los protagonistas - un padre y su hijo, apenas un niño - en cuya simple existencia radica el elemento de ficción del texto. La anti-atmósfera del libro no toleraría la subsistencia del más mínimo resto de un vínculo afectivo semejante al que sostienen los personajes. El resto sólo enfatiza componentes realísimos y eficaces de nuestro presente: la ficción es aquí la esperanza.
Sólo los ciegos se negarán a ver la patente realidad del mal entre nosotros, no es pesimismo pero tampoco un optimismo vacío que es hoy ya una auténtica locura o efecto de la más neta estupidez.
Con un sacrificio que apenas puedo medir trataré de llegar al final del libro. Las solapas recogen la voz de un crítico que afirma la presencia en el texto de un fundamento para la esperanza, con lo ya visto me basta para estimar el error del crítico. De otro modo habría que concluir que McCarthy acaba haciendo increíble su narración, lo que no es buen signo en una novela de ficción. Diré, entre paréntesis, que tras avanzar unas páginas retorno al Kempis (todavía no toco el Evangelio) que apenas puede purgar la infección.  Espero, sin embargo, que el tiempo me deshaga de la angustia pero nada puede liberarnos del terror que produce, a día de hoy, la simple realidad. Pero hoy es posible todavía prepararse para la batalla: cotidiana, ancestral, y dolorosa.

4/10/09

Clamoroso silencio.


La casi plena falta de libertad, efecto de una emancipación asfixiante, se ofrece en numerosas formas. Se trata de la aparente paradoja de una liberación masiva e indiferenciada, una libertad total, que reduce, contrae y, finalmente, aniquila cualquier movimiento realmente libre. Un aspecto de esta plena liberación negativa consiste en la luminosa evidencia de ciertas presuntas verdades: la plena verdad correspondiente a la plena libertad. Pero en el orden humano cualquier plenitud está atravesada de un índice negativo y sólo puede juzgarse un estado límite no sólo inalcanzable, sino también y por lo mismo indeseable.
Estas evidencias y su luz absoluta no se limitan a algún campo determinado, afectan a la entera visión contemporánea del mundo. Tersos ideologemas, que esconden sin huella sus junturas, han fraguado el orden en que nos movemos, desde su cenit los derechos del hombre emiten su brillo cegador. Todo es luz en el mundo sin historia del presente final y definitivo.
Una luminosa nada que esconde una sombra interior: bienestar y consumo infinito; pero detrás un enorme vacío que trasluce bajo las sonrisas juveniles, tras el perfumado aliento y el cuerpo elástico. Una debilidad asilvestrada y bárbara con apariencia suficiente y engreída seguridad.  Son los más jóvenes quiénes más se hunden en la luz sin matices del tiempo realizado. Sucesivas generaciones que han llegado a desconocer cualquier posibilidad de un mundo, enteramente envueltos y transidos de evidencia y certidumbre, nuevas cohortes dispuestas al siguiente paso hacia nuestro abundante y perfecto abismo de luz.
Sin asumir en detalle una posición que es problemática, resulta imprescindible a día de hoy evocar y discutir a las viejas grandes figuras.

"...conviene subrayar lo que hace verdaderamente interesante la crítica joseantoniana. Denuncia, sin duda, las contradicciones internas del capitalismo, pero no ataca tanto sus mecanismos como el espíritu mismo del sistema. La esencia del capitalismo consiste en sustituir el fin primero de la economía, que es la satisfacción de las necesidades reales del hombre, por una ilimitada demanda de beneficios, la cual le arroja al círculo vicioso del "productivismo": producir más para consumir más, consumir más para producir más. Como el producto es la suprema realidad, el objetivo de la actividad humana resulta de ahí una degradación del trabajo, un servilismo del hombre a los mecanismos económicos, que no tienen al hombre como fin. Deshumanizado, desarraigado, arrancado de sus ambientes naturales de vida y pensamiento, el individuo queda sometido a un sistema económico que le niega. Y más todavía, la historia contemporánea, demuestra que el capitalismo siempre considera al hombre como una herramienta o lo define, al modo marxista, como un ser que tiene necesidades. Todo queda reducido al mundo económico como si todo descansara efectivamente ahí, como si el desarrollo de una nación consistiera sólo en el hecho económico. Todo se basa en una ideología económica que conllevaría ipso facto un desarrollo moral. Como el "progreso" es un hecho humano y cultural a la vez que individual y colectivo, no se puede tomar como único término de referencia el crecimiento económico, desligándolo del estancamiento o de la regresión social y humana.
Por el contrario, para José Antonio es conveniente renovar los valores que dan sentido a la vida y restituir a cada uno los bienes que le son indispensables para realizar su destino. Hace un llamamiento a los "valores eternos", fundamentalmente cristianos, que históricamente se han traducido de diversas formas según las épocas: el ideal nacionalsindicalista no es más que la forma de valores humanos eternos adaptada a los problemas contemporáneos"
(Arnaud Imatz)


23/9/09

Comarca

Búsquese hasta el final el sentido de esta asombrosa palabra: comarca.

"No envidié nunca la agilidad del pájaro, que vuela donde quiere, sino el destino del árbol que muere donde nace" (Ramiro de Maeztu)

22/9/09

La perspectiva hispánica.

"No se ha hecho todavía con el necesario valor y seriedad la historia de la disolución política del Imperio hispánico. Y no se ha hecho todavía, porque hasta ahora no hubo nunca la sazón para hacerla. No es que faltaran ni los materiales ni las capacidades; ha faltado, simplemente, la coyuntura cultural. La misma situación expresada en el terreno de los hechos políticos por la ruptura del Imperio, estaba expresada en el terreno intelectual por la aceptación apresurada y casi forzosa de ajenas valoraciones. La categoría política "Estado nacional" que estaba sirviendo en Europa a la integración y crecimiento de las nuevas potencias, serviría entre nosotros para dar la medida de nuestra desintegración y mengua. Aceptada, pues, como cosa obvia la dogmática del nacionalismo, que permitía interpretar la ruptura de nuestra unidad política como un hecho de evolución natural, inevitable y hasta digno de pláceme, sólo era posible una historia hecha desde la perspectiva de cada uno de los Estados que se habían erigido sobre las ruinas del Imperio para administrar los sectores de la gran comunidad hispana, ahora políticamente desligada. La España peninsular optó más bien por ignorar en desganados apéndices de su historiografía tanto el hecho penoso como los ulteriores avatares del resto de la antigua entidad imperial; mientras que en América se aplicaba la literatura política a construir con laboriosa artesanía la historia de las respectivas naciones, mediante la aplicación retrospectiva de categorías del conocimiento histórico dentro de las cuales se encajaba la realidad sólo malamente y a  costa de enormes dificultades.
Así el complejo acontecimiento ha sido presentado con unilateral simplismo, como una guerra nacional de independencia contra la invasión napoleónica; en América, como guerras nacionales de independencia contra la dominación española...
Cuando - derogada la vigencia de las valoraciones y criterios políticos propios de la ideología moderna, por efecto de la crisis actual en que ha hecho desembocar al mundo - se pueda alcanzar una comprensión penetrante de la historia de la caída del Imperio hispano, asombrará comprobar la ardiente y frenética confusión de ideas con que los hombres de entonces trataron de dominar y prestar sentido a la catástrofe que se les había venido encima. Se advertirá que todos sus esfuerzos por salir, de un modo u otro, lo menos mal posible, de entre los escombros precipitados sobre sus cabezas, se inspiraban  más en concepciones inexpresas, y hasta en sentimientos, que en una clara idea política. Ideas, había muchas; cada cual tenía las suyas, pero faltaba lo que se dice una idea política. Y esto, aun en el caso de aquellos que, poseídos de un espíritu constructivo y de un vigoroso sentimiento de responsabilidad histórica, como San Martín y Bolívar, se aplicaron al empeño - frustrado al fin - de conservar, siquiera en el continente americano, la unidad hispánica." (Francisco Ayala.)

21/9/09

D. Francisco Ayala.

Pese a un reconocimiento tardío pero efectivo de su obra literaria, sólo de modo menor ha alcanzado reconocimiento la producción ensayística y sociológica de Francisco Ayala. Casi ningún eco ha logrado el costado metafísico y filosófico de su producción. Me temo que su nombre sigue sin pronunciarse prácticamente en las facultades españolas de filosofía. Yo jamás lo oí en las mismas aulas que escucharon la voz de Ortega.
Pero Ayala es, a mi juicio, uno de los nombres grandes de la filosofía española del siglo XX y quizás el nombre grande de la sociología y la filosofía social española de la centuria pasada. Por ejemplo, su mediación en la conocida polémica que opuso a Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro - menos conocida que citada - logra una definición y un rigor que, a mi juicio, no alcanzan los mencionados maestros.
Acaso haya sido su presencia tardía en nuestra menguada España y el libre ejercicio de su filosofía lo que, si bien le ha dado para floripondios y discursantes, no para una acendrada y firme elaboración sobre su pensamiento. Es, también en esto, un indiscutible discípulo de Ortega. Como en el caso de Ortega encontraremos los necesarios especialistas, pero su obra no ha podido desbordar los círculos de letrados y hombres cultos. Y esto es grave, en hombres que tienen vocación y estilo popular (lo contrario de la vulgaridad) y que afrontan cuestiones inexcusables para la comprensión de la naturaleza y la historia de España, tan necesaria para su misma persistencia. Habría sido necesario que la "arenisca del público" fraguara en torno a esta obra la estructura de una sociedad. No lo ha logrado en la libre concurrencia con las voces de publicistas, libelistas y editorialistas dotados del atronador amplificador de los medios de masas. Y bien que se nota.

"Pero mientras que la Iglesia, la universidad y aún todavía las Cortes de los Príncipes eran instituciones sólidas, apoyadas en tradiciones firmes sobre una formidable trabazón de intereses, el público es pura arenisca, viento y nada; carece de consistencia, y apenas si, a costa de los mayores esfuerzos, logra mantenerlo el intelectual prendido de sus labios. Ni por un instante puede abandonar su actuación frente a él, porque en seguida se le dispersa, distraído, igual que se dispersa el grupo de oyentes adventicios tan pronto como cesa de hablar el orador de feria".

Al retortero

En orden a La siniestra necesidad del caos.

18/9/09

Facticismo

Facticismo llamamos a toda doctrina que da por bueno lo existente, en un sentido amplio. En el terreno histórico el presente triunfante se convierte en criterio de valor. Es - por otra parte - la fórmula misma que rige el mercado en el que algo vale lo que de hecho se paga por ello, el valor reducido al precio. Es el secreto de la moderna idea de éxito o de triunfo meramente mundano que rige la clasificación de, por ejemplo, los programas de televisión en función del share. Es la fórmula misma de la democracia inorgánica reducida a estadística. Detrás se encuentra el proceso de emancipación que se inicia con la revolución teológica que  hace del éxito terrenal signo de la Gracia de Dios. Es el principio de una sociedad que afirma The best man wins, cuya contrafigura se encuentra en el Humillado, el Vencido, el Gran Sacrificado.

12/9/09

Obturación

Cerrar una vía, negar salida. Esa es nuestra situación: obturados, detenidos, bloqueados. La aporía es fundamental, absoluta, plena. Pujamos para abrirnos paso, pero el resultado contribuye a nuestro fracaso. Nada substancial y consistente, somos nadie. Nada ha de ser, ni guardamos memoria de lo que haya sido, apenas en el umbral del instante somos. En el mundo actual cualquier persistencia es ya un triunfo, una victoria en la lámina breve de la esperanza: quebradiza, liminar, ajustada. Abrir los ojos cada mañana con el asombro de seguir siendo un día más el peso del cuerpo heredado, la lengua que otros hablaron, el hábito adquirido y fosilizado. Sin herrumbre, sin esclerosis, luminosa y nueva arquitectura del día reciente y blanco. Para nada, para reiniciar el mismo tránsito: décadas de seguir trillando la vieja parva y el mismo grano. Nada luminosa, luz en blanco. Que Dios me aguante en la firme palma de su mano.

5/9/09

Izquierda Eterna

La izquierda realista y naturalista ha hecho de la adaptación su única guía de acción política en todos los terrenos. Desmoralizados, ceden y desisten ante cualquier esfuerzo por realizar cualquier norma. No en vano han juzgado toda norma superestructural o sustitutiva pseudosatisfacción de nuestro deseo - según incidan más en el marxismo o en el freudismo -. Por ello es paradigmático el caso de la prostitución, contra la que ya no sirve luchar, sino  que debiéramos asimilar. Es efecto, es una realidad a cuya presencia hay que adaptarse, sin tratar de vencerla como si la juzgáramos intrínsecamente mala. Es la elevación plena de la realidad a norma, no otra cosa es lo que hemos llamado a veces facticismo... De hecho, los señoritos incluso deciden que estamos ante trabajadoras sociales que mantienen la salud sexual de nuestra población. Se trata de la máscara más servil del nihilismo moderno.

3/9/09

Leyendo a Hermann Broch

La soledad es la cualidad característica del individuo, ese invento moderno. En los actualísimos idiomas la individualidad se identifica con la personalidad, da un poquito de asco cómo se utiliza "personal" como sinónimo de "individual". Si algo niega (dialécticamente) al individuo es la persona o, dicho de otro modo, una persona plena devendría un arquetipo singular (una forma universal, un tipo, una figura) carente de cualquier componente individual. Es una idea límite y nadie es persona perfecta, a ella se aproximan algunos finados egregios, y son precisas ambas condiciones: antonomasia y muerte. Los demás mortales nos abandonamos a nuestra individualidad en el triste espacio de nuestra intimidad. Espacio infeccioso como señala la afinidad semántica: "tomar", "tumor"..."intimidad".
La paradoja radica en que la persona crece en el fértil mantillo de la comunidad que lo trasciende y lo realiza y el mantillo - esto no puede olvidarse - resulta de la descomposición, fermentación y putrefacción de la materia orgánica superficial. No digamos más.
En este contexto se hace visible la relevancia de la construcción de tipos, arquetipos o caracteres - diríamos "personas" en un sentido que desborda su génesis trágica - al modo en que se han desarrollado desde Teofrasto a Canetti.

10/8/09

Mario Quintana

Será quizás sólo uno, pero se que entre mis amigos alguno no ha leído a Mario Quintana. La magnífica traducción es de Enrique García-Máiquez.


Para Athos Damasceno Ferreira

Estou sentado sobre a minha mala
No velho bergantim desmantelado...
Quanto tempo, meu Deus, malbaratado
Em tanta inútil, misteriosa escala!

Joguei a minha bússola quebrada
Às águas fundas... E afinal sem norte,
Como o velho Sindbad de alma cansada
Eu nada mais desejo, nem a morte...

Delicia de ficar deitado ao fundo
Do barco, a vos olhar, velas paradas!
Se em toda parte é sempre o Fim do Mundo.

Pra que partir? Sempre se chega, enfim...
Pra que seguir empós das alvoradas
Se, por si mesmas, elas vêm a mim?


(Sentado sobre mis maletas)

Para Athos Damasceno Ferreira

Estoy sentado sobre mis maletas
en este bergantín desmantelado...
Cuánto tiempo, Señor, malbaratado
en escalas inútiles e inquietas.

Me encontré con mi brújula imantada
y ahora, en alta mar, sin norte o puerto,
como el viejo Simbad de alma cansada,
no abrigo ni el deseo de estar muerto.

¡ Oh, quedarme tendido en lo profundo
del barco y ver sus velas desinfladas!
Si en cualquier sitio es siempre el fin del mundo,

¿Por qué viajar? Se llega siempre a aquí...
¿Para qué perseguir las alboradas
si ellas solas, sin más, vienen a mí?
__________________________________________


Esconderijos do tempo

Pela corola do gramofone
o Caruso cantava Una Furtiva Lacrima
e ninguém levava a mal aquele tom fanhoso,
talvez porque todo o mundo sabia que ele já estava morto.
Se alguém espiasse pela goela do gramofone,
poderia ver como era o Outro Mundo,
mas ninguém olhava porque devia ser muito, muito longe
a ponto de estragar o som daquela maneira.
E o pobre Caruso cantava que te cantava afogado pelas
águas do tempo
e por isso a sua voz era ainda mais pungente:
nao é brinquedo estar morto e continuar cantando.
Caruso, en estou pensando estas coisas nâo aqui e agora
mas naquele Café que tu sabes, lá por volta de 1923...
Também nâo é brinquedo continuar vivo e ficar falando
para o que passou!

Escondrijos del tiempo

Por la corola del gramófono
Caruso cantaba Una Furtiva Lacrima
y a nadie le chocaba aquel tono harinoso,
tal vez porque la gente sabía que él ya estaba muerto.
Si se asomase alguno por la abertura del gramófono
podría ver cómo es el Otro Mundo,
pero nadie miraba porque debía estar muy, muy lejano
hasta el extremo de enturbiar la música de aquella forma.
Y el pobre Caruso cantaba que te cantaba ahogado por
las aguas del tiempo
y por eso su voz era aún más punzante:
no es una tontería estar muerto y continuar cantando.
Caruso, estoy pensando estas cosas no aquí ni ahora,
sino en aquel café que tú ya sabes, allá por 1923...
Tampoco es una tontería continuar vivo y seguir hablando
de lo que pasó.

(Mario Quintana. Puntos suspensivos. Los Papeles del Sitio. Valencina (Sevilla). 2007. Traducción de E. García-Máiquez)

28/7/09

Más allá de la lucha de clases.

Algunos de nosotros logran habitar en un plano suficiente. Caminan erguidos, templan su voz sin desquiciarla en grito, figuran ademanes lentos y precisos... junto a ellos malvivimos los otros: sudorosos, simiescos, enfermizos... somos los más, plétora grande de la "ciudadanía", que nos titulan hoy nuestros careas gobernantes. De estos, a su vez, una amplia mayoría disfruta de los hiatos de su tedio: uno cada seis días, quince días al año y, aún, en ratos que llaman muertos; como si disfrutaran en otro tiempo de algo que pudiera llamarse vida. Esta plaga numerosa de los abundantes cunde en las ciudades. No me detendré a describir su aspecto - otrora dispar - hoy cada vez más homogéneo. Basta abrir los ojos para conocernos, damos su forma a nuestro tiempo. La diferencia con respecto a la casta grande es creciente, ha alcanzado con la democracia liberal el grado de la diferencia entre dos especies biológicas, vagamente afines. La vieja lucha de clases resulta hoy una pseudobiológica lucha por la existencia. Más allá de lo que se llamó darvinismo social y del conflicto entre clases, es una guerra sin ecos de batalla, un enfrentamiento ultramoderno: higiénico, dialógico, adormecido. No se deja ver, de hecho, en la calma chicha del orden social. Aquí persistirá, yo no lo niego, la lucha económica de clases. Digo, sin embargo, que no conforma el presente actual del antiguo occidente. Su figura nos la da antes esta eterna batalla silenciosa que conoce ya una muchedumbre de caídos. Pugna tenaz entre el nihilismo pleno y las formas defensivas de psicoterapia: psicodrama e integración vital, pensamiento positivo y Nueva Era, técnicas de autoestima y vida sexual satisfecha... caben miles de formas de esta resistencia vencida.
Vencida pero aparantemente orgullosa, la facción de los afirmativos nos mira con desdén. Pero conocemos su fuste carcomido, el eje de su verticalidad tomado por la nada. Por ello podemos reconocer como propios, análogos remotos, a los hombres del gesto pleno, de la mirada entrante, del sentido definido y el horizonte amplio. Los más astutos los contemplan como los señores, los más nobles sólo como usurpadores y falsificadores de moneda... pero la nobleza es ya un obstáculo. De hecho trasciende la distinción aludida y aparecen nobles de vieja forma entre los unos y entre los otros. Podría aconsejarse la castración terapéutica de estos nobles marginales y la disfunción quedaría contenida. Sería la perfecta victoria de la facción hegemónica del nihilismo ultramoderno.
Una atmósfera paradójicamente irrespirable satura el aire. No hay ni siquiera un sitio donde arrodillarse. Durante largos años quedó, como una salida aún honorable, un retiro humilde, una silenciosa retirada a un espacio propio. La posibilidad de una tal emboscadura se ha cerrado para siempre: no quedan restos de esos afanes claros en horizontes bien acotados, no quedan umbrías en el paisaje arrasado, desolados campos, calcinados senderos indiferenciados que cierran todo rincón donde reposar las rodillas, hundiendo la estatura ante la bella imagen del mundo. Y es tan importante doblegarse, hundir la cabeza entre los hombros, respirar lentamente y ofrecer las manos para que sean acogidas por las manos de Otro. Es la figura que compone el hombre que verdaderamente afirma, sin máscaras de risa amplia o tacto joven, que afirma impotente sin la soberbia vana del pensamiento positivo y del psicodrama. Rodillas en tierra, cabeza baja, manos alzadas y en torno una gloriosa nada: silencio, apenas aire y el vago murmullo de la creación. Sólo entonces, sin origen ni procedencia, unen tus manos, una con otra, las manos de Alguien.

27/7/09

Más papistas que el Papa.

Dios nos libre de nuestros amigos, he oído decir, que de nuestros enemigos ya nos defenderemos nosotros. En torno a la Iglesia, y al monarquismo papal, han crecido históricamente espinosas barreras que no sólo han puesto en jaque la ortodoxia, sino que han separado peligrosamente a la jerarquía eclesiástica de su grey. Por otra parte, han forzado y acabado legitimando más de un Saco de Roma. El publicista más agresivo - por hallarse a la defensiva - de la Teocracia vaticana, y por lo mismo y de hecho uno de los mayores enemigos de la compleja pero fundamental doctrina gelasiana de la dos espadas (cuyo valor crítico nunca será estimado en exceso), ha sido Egidio Colonna (Gil de Roma). Signo de la quiebra de la Comunidad Universal, Egidio fue discípulo de Santo Tomás de Aquino e íntimo consejero de Bonifacio VIII, cuya bula Unam sanctam respira en la minúscula atmósfera de Egidio. Señala cómo el ritmo biográfico importa en la historia del mundo, cincuenta años bastan a una metamorfosis histórica, y con ello manifiesta que en alguna medida importa nuestra acción individual. Afirma en su De ecclesiastica potestate (1302):

"Así como el universo la substancia corporal está regida por la espiritual - pues los mismos cielos, que son lo más alto entre los seres corporales y tienen poder sobre todos los cuerpos, están regidos por substancias espirituales como inteligencias motoras - así entre los cristianos todos los señores temporales y todo poder terreno debe estar gobernado y regido por la postestad espiritual y eclesiástica, y en especial por el papa, que ocupa la cumbre y el rango más elevado entre los poderes espirituales y en la Iglesia"

10/7/09

Progreso y más progreso.

Un tal M. A. Aguilar ha escrito un libro en que compara física e información, acabo de oírlo y verlo en el telediario nocturno de Hermann Tertsch. Hace más de dos siglos a cualquier necio se le presenta el propósito mágico de enderezar por el seguro camino de la ciencia - siempre en singular y con mayúscula reverente - aquello a lo que se dedica, sea la charla o la carpintería. Empezaba el tal Aguilar diciendo que la matemática - de la que sabe por lo menos tanto como yo - era el modelo de la cientificidad, aquel al que quisiera acercarse cualquiera; entre latinistas o sociólogos, añade. No me negarán que la asociación de estos dos gremios es digna de atención especial.
El estimado Aguilar, que habla como si tuviera la boca llena de baba, da por supuesto en todos nosotros tal afán, ignorando que es multisecular el ensayo antitético a semejante supuesto, es decir, el ensayo de desligar esas dos vías que habrían llegado a constituir dos culturas. Pero no sólo hay que desligar, sino que hay que desvelar el proyecto social y político que subyace a los alegatos cientificistas como el que, ahora propone Aguilar en el campo informativo (que, al parecer, no habría que confundir con el periodismo según el ínclito Miguel Ángel Aguilar ya versado en la nueva escolástica). Esta repetición en enésimo grado de vulgarización ya casi hastía.
No he podido acabar de oírle, imagino que disfruta de alguna plaza de charlista en la universidad española, y conoce bien la vulgata epistemológica al uso. Además la ha aprendido, como corresponde a su hondura, sin mayor crítica admitiendo cualquier presunta sutileza verbal. Así , por ejemplo, llega a hablar de la cuantificación de la noticia con el ejemplo histórico siguiente: es más noticia o hay más cantidad de noticia en el acto de un niño que muerde a un perro, que en el acto de un perro que muerde a un niño. Sólo se me ocurre delatar su ignorancia de perros y niños, por lo demás no creo que este necio bien pagado merezca el menor comentario.
Me atrevería a sugerirle, de tenerlo a la vista, la lectura de un breve opúsculo de G. Bueno - dedicado a bachilleres - que lleva por título "¿Qué es la ciencia?". Por supuesto, ninguna recomendación relativa a ¿Qué es la teoría de la ciencia?. "Teoría de la ciencia" es otro ideologema que designa a lo que no puede dejar de ser filosofía. Y de esto D. Miguel Ángel Aguilar apenas ha oído hablar... ni podría oír más. Discúlpenme la acritud, que no es buscada, pero que empieza a ser irreprimible.
Naturalmente conozco el enorme prestigio del personaje en cuestión. Al parecer merece, por boca de muchos, el noble título de "maestro". Mal ha de estar el mundo cuando el maestro es un burro, decía un viejo.

7/7/09

Vacaciones

Las condiciones que configuran nuestro presente hacen casi imposible plantear la cuestión. Pero cabe, entre los raros, hallar quien no deja de presentarla. Me refiero a la cuestión por la índole de ese fenómeno recurrente en el curso vital de los sujetos de las poblaciones modernas: las vacaciones. Apenas podríamos llamar biografías a estos cursos vitales puesto que no resultan singulares, aunque tampoco pueden resultar de una ingeniería política y antropológica, que no sea meramente tentativa y arriesgada.
En fin, hablamos de ese fenómeno que consiste en liberar a la población laboral de su carga de trabajo, pero desde luego no de su lúdica carga de consumo. Muchedumbres de individuos cuyo horizonte vital, antes sostenido en alguna forma de esperanza se reduce ahora al radio de su propia biología, buscan una salida al horizonte intrascendente de sus días. Viven sin trabajar, como plenos consumidores, durante unas semanas. Éste es el trasunto secular de una vida feliz que, de suyo, no conoce un momento secular. La felicidad sólo puede ser eterna; pero la forma límite temporal de la eternidad - como se sabe desde antiguo - es el círculo, el anillo, la recurrencia. Vivir de vacaciones sería tanto como vivir entregado a la simple recurrencia: ¿y no sería esta la mejor vida?.
Entretanto paradójicamente nos dan quince días. Yo me los tomaré para regresar a este magnífico hueco electrónico a finales de mes.
Para cualquiera que se encuentre al otro lado sea mi saludo. ¿Hay alguien ahí?... pero, !ya estoy rechazando mis quince días¡... éstas no son preguntas para los que tomamos vacaciones.

14/6/09

La impostura freudiana.

[Ante la lectura de un texto magnífico de Juan B. Fuentes]

Aviso del porvenir.


¡Atención! ¡ Atención! Se abre una fábrica
de buenos sentimientos. ¡Atención!
¡Acudid! ¡Acudid!. La ciencia hipnótica
le ha tocado las barbas al buen Dios.

Procedimientos de excelentes médicos
pueden hacer sentir a un corazón,
en un minuto o dos, a precios módicos,
lo que guste el feliz consumidor.

Pueden hacerse los bandidos ángeles
como se hacen tortillas con jamón,
y se dan pasaportes baratísimos
para ir al reino celestial, by God!

Se hacen almas virtuosas y magníficas
de cuarenta caballos de vapor,
y lecciones se dan teórico-prácticas
para vencer a Lucifer al box.

Yo, señores, me llamo Peter Humbug
(obsecuente y seguro servidor),
y me tienen ustedes a sus órdenes,
30. Franklin Street, en Nueva York.

(Rubén Darío. Santiago, marzo de 1887)

6/6/09

En las tinieblas.

Quisiera escribir unas líneas en el estilo de Léon Bloy. Declarar en poco espacio un sufrimiento que me atraviesa y me consume. Humilde pero glorioso, acusar al mundo. No puedo, soy un vencido, serviría de tema pero no puedo ser el autor de la glosa que cifre mi derrota.
La imagen de cabecera recoge el espectáculo que me ofrece la mañana. Encerrado en un mínimo claustro amurallado, casi un zulo que apenas me defiende de la agresión, espero a que las muchedumbres de la oclocracia se hayan dispersado con la luz del día. Mis hijos se despiertan suavemente, les doy su desayuno tratando de sonreir sin mencionar a las criaturas de tiniebla. Las ventanas cerradas todavía para eludir la atmósfera de orín y vómito rancio. En ese contexto mi trabajo cotidiano resulta absurdo por una razón genérica y demoledora: no tiene sentido premeditar una ofensiva cuando tu ejército diezmado, está siendo reducido, aniquilado, destruido. Alzar la voz para exigir el silencio mínimo que requiere el estudio, en medio de la angustiada bacanal de nuestros días: labor trágica. Es maldad y es cobardía.

"Sería necesario estar privado tanto de razón como de olfato para no sentir que el cuerpo social entero es una carroña parecida a la de Baudelaire "de la que brotaban negros batallones de larvas" y cuya "hediondez era tan fuerte que, en la hierba, la amada creyó desvanecerse" Esta abominación, que sólo por el fuego puede ser conjurada, aumenta cada día con espantosa rapidez. Nos acostumbramos, haciéndose la cobardía de los unos cómplice de la maldad de los otros, y quienes más horror debieran sentir se resignan a la mugre en silencio y con los brazos cruzados. Es la bancarrota de las almas, el irreparable déficit de la conciencia cristiana.
Es pues evidente que Dios se verá forzado a renovar todas las cosas, pues realmente no hay medio ya de subsitir por más tiempo de este modo..." (L. Bloy)

24/5/09

Abba

La paternidad entraña un grave peligro: una absoluta excitación de la sensibilidad ante las capacidades del hombre y el sacrificio absoluto en aras de su actualización. Sólo una moderación de estas poderosas tendencias, que pueda evitar concebirse como traición, puede salvarnos de una rápida inmolación. Tratar de ser padre es luchar contra las profundas deformaciones del mundo y es, como tal, una tarea imposible en la que es imposible no sucumbir.
La ortodoxia ha tratado de concebir una paternidad posible en las condiciones del siglo, pero hay que contar con la Pasión. Es la dolorosísima experiencia de la salvación.

9/5/09

La Era Fármaco-Pornográfica.

El nombre de esta entrada procede de un libro que merece una respuesta: frontal, detenida, radical, compleja. Lo firma Beatriz Preciado. Testo yonqui. Espasa. 2008. La demolición del lenguaje (lenguaje-dominación, o algo así sería un término de su reserva) hace angustiosa su lectura. Cito al Magister Laetus en continuidad con esta referencia, por deshacerme de la negra angustia y del terror.

"Cuatro días antes de la aparición de la apasionada crítica del Yorkshire Post, el creador del Padre Brown había estado explicando el cosmos al arremeter contra la "próxima herejía". Chesterton afirmaba que tal herejía "va a ser sencillamente un ataque a la moralidad y en particular a la moralidad sexual". No iba a venir "de algunos socialistas sobrevivientes de la Sociedad Fabiana, sino de la exultante energía vital de los ricos resueltos a divertirse por fin, sin Papismo, ni Puritanismo, ni Socialismo que les contengan". Era una herejía mucho más peligrosa que la débil teoría del colectivismo, ya que, a diferencia de ésta, llamada al fracaso por carecer de raíces auténticas en la naturaleza humana, estaba enraizada en las profundidades abismales de la raza humana. Era una herejía "cuya flor es la lujuria de la carne, la lascivia del ojo y el orgullo de la vida". El hombre que no puede verlo era "incapaz de contemplar por la calle los signos celestiales", una nueva clase de señales del cielo: "La locura de mañana no está en Moscú, sino mucho más en Manhattan, la mayor parte se encontraba en Broadway y ya está en Picadilly".
Afirmaba que esta nueva explosión de promiscuidad había secundado anteriormente la herejía del materialismo de los siglos dieciocho y diecinueve..."
(Pearce, Joseph. G. K. Chesterton. Sabiduría e inocencia. Encuentro. Madrid.2009)

Aprovecho para recordar el tratamiento que Chesterton dio a Freud ya en 1925, es decir, cuando el padre del psicoanálisis era universalmente aclamado. Freud, sin duda, uno de los animadores del espíritu de la nueva era. El diagnóstico chestertoniano apareció en el primer número del G. K´s Weekly el 21 de marzo de 1925.

"Los ignorantes pronuncian Frud
para ponerle peros o aplaudirle.
Los bien informados pronuncian Froid
y yo sin embargo pronuncio
Fraude."

(Pearce, J. pág. 380)

21/4/09

Yo era un tonto...

Dice D. Nicolás Gómez Dávila que nadie que se conozca puede absolverse. Mi infinita ignorancia, que apenas alcanzo a concebir, me ha permitido caminar por mis días con cierta firmeza y seguridad. He habitado siempre entre los muchos - en la plétora o la plebe - y así me he sabido sancionado. Pero algún infausto azar, del que no puedo declararme responsable, me ha expulsado del caluroso seno de mi vieja sociedad.
Viajo ahora con el gesto descompuesto como por un dolor que no siento, porque no es un dolor físico, ni siquiera es natural, aunque siempre va acompañado de una mala digestión. Suelo cubrirme con la capa del reaccionario o del metafísico, resto de una vanidad que deploro. Soy en realidad un triste imbécil y no puedo absolverme. Me contrasto con la pujante juventud angloparlante, me comparo con la madurez reconciliada con el nuevo orden del mundo, y con el desprecio engaño mi eficaz autodesprecio. Carezco de las técnicas profesionales adecuadas, no estoy actualizado, apenas resulto operativo, mi rendimiento ha entrado en una espiral decreciente, mi humor adusto y seco es síntoma de una impotencia que se esconde bajo la máscara de la soberbia. Carezco de habilidades sociales, no dispongo de un círculo de relaciones... en realidad: ¿no es una huida mi exaltación de la familia? ¿qué otro lugar podría habitar?. Me juzgo capaz de resistir a la psicología porque temo el diagnóstico demoledor. Estoy obsoleto. Me consuelo pensando que soy un hombre de otro tiempo, pero esto es tan ridículo como pretenderse poseedor del cuerpo equivocado. Simplemente soy una malformación, un objeto apto para la teratología del presente. El trasunto contemporáneo de Gregor Samsa: entre escarabajo y medusa. Soy imposible: Yo era un tonto y lo que he leído me ha hecho dos tontos.

18/4/09

Imagen y Cantidad.

Ha escrito D. Nicolás Gómez Dávila:

- El mito falso no se reemplaza con tesis científicas, sino con auténticos mitos

- Sin imaginación alerta la inteligencia encalla.

- El diablo patrocina el arte abstracto, porque representar es someterse.

- No hay que buscarle significado a lo que tiene valor, porque tener significado es tener valor.

- Los dioses castigan privando de significado las cosas.

- Los gestos públicos deberían estar regulados por el más estricto formalismo para impedir esa espontaneidad fingida que tanto place al tonto.

- A las éticas formales el diablo acaba dándoles el contenido.

- Toda idea es siempre demasiado simple.

- Prédica de una encarnación, el catolicismo es pasión de lo concreto. La idea católica aspira siempre a objetividad plástica.

- La interpretación económica de la historia cojea, mientras la economía se limita a ser infraestructura de la existencia humana. Pero resulta pertinente, en cambio, cuando la economía, al convertirse en programa doctrinario de la transformación del mundo, se vuelve superestructura.

1/4/09

Familia: Fe y Razón.

Hace tiempo mi estado habitual de cenizo impenitente ha alcanzado un grado crítico que me está llevando a mudar de naturaleza. La situación es terrible dado que, acostumbrados a mi natural aciago, mis prójimos desprecian la novedad y me indican que estoy una vez más con mis cosas de siempre, que estoy quizás un punto más hipocondríaco, o simplemente que atravieso otra racha de tedium vitae en exceso expresiva. Mis principios, quiero decir mis conocimientos en la materia, que es de carácter moral, me impiden solicitar lo que hoy llamarían "ayuda profesional", aunque la perspectiva de una baja laboral me tienta y a punto estoy de acercarme al psicólogo. Describo los síntomas:
En primer lugar un estado de completa extenuación espiritual, al que acompaña una intensa conciencia de la perfecta ausencia de sentido de mi labor profesional. Cumplimiento ritual de los aspectos externos del trabajo: puntualidad, aseo, cortesía... aunque creo que aparezco algo hosco a los compañeros, pero esta sensación puede no responder a la realidad.
En segundo lugar una alarma creciente que roza el pánico ante mi vida familiar. Temor acentuado al contacto de mi familia más próxima - en especial los hijos - con cualquier persona. Misantropía que no excluye a los niños de más de dos años. Este temor enfático y profundo va acompañado de una preocupación por lograr las condiciones óptimas de aislamiento o, al menos, de control selectivo de los vínculos y relaciones - hoy diríamos "contactos" - que establezcan o vayan a establecer. Naturalmente le sigue una frustración casi inmediata derivada de mi total impotencia a la hora de fijar dicho control selectivo, que exigiría una rápida mudanza, cambio de localidad, destrucción del aparato de televisión, educación a domicilio (Home learning o Homeschooling, creo que lo llaman) etc. En relación con esta situación irrumpen ciertas manifestaciones inesperadas, por ejemplo, la expresión pública de mis opiniones en materia social y política a sabiendas del riesgo que esto supone en las actuales condiciones de negación de libertad. Como el orden político es hermético e infinitamente elástico cualquier afirmación de falta de libertad me presenta a los ojos de los demás como un infausto alarmista en el mejor de los casos, en el peor como un reaccionario que merecería ser silenciado, un sujeto carente de conciencia o del menor atisbo de "solidaridad". Entiendo que esto no favorece la evolución de mis dolencias.
Por último, el sensible reconocimiento de la falta de potencia intelectual para alcanzar un conocimiento adecuado de la situación, sobre el que fundar algún programa de acción. Conciencia dolorosa de la complejidad del proceso histórico de demolición que arroja el presente estado del mundo. Aunque advierto fragmentos, elementos y variables intervinientes, no alcanzo a definir el perfil ajustado del curso histórico cuyo resultado es el desierto sin horizontes de nuestros días.

Y, sin embargo, de entre los fenómenos que siempre se me escapan, de entre las figuras que mi razón ignora, destaca una vez y siempre un manantial cuya potencia sospecho infinita, una fuente de afirmación y de alegría que no tiene razón de ser, que es sin razón. Tengo ante mí la voz de mi padre y el rostro de mi hijo.

"¿Se sentía amparado en casa?
Sí. Mis recuerdos son, por supuesto, engañosos, pero, hasta donde alcanzan, se trataba de un mundo seguro. Sabía que tanto mi padre como mi madre harían todo por mí. Cuando enfermaba - cosa muy frecuente en mi niñez - me rodeaban de todos los cuidados; me sentía completamente protegido. Mi posterior capacidad de resistencia, cuando escribía libros a los que nadie prestaba atención, la refiero siempre a esta enorme seguridad de la que gocé en mi niñez.
Podría quizás formularlo así: según han descubierto los astrónomos, el universo está lleno de los ecos de la gran explosión; del mismo modo, las personas llevan consigo un sentimiento de fondo referido a su vida y procedente de su época temprana en el seno de la familia. Tengo un trasfondo de gran seguridad, de que, en definitiva, todo irá bien y lo atribuyo a la enorme protección que experimenté de niño en el afecto de mis padres" (Norbert Elias)

DE LA NADA, QUE AVANZA

Ese título es casi un lugar común, el desierto debiera habernos asfixiado ya. Acaso lo ha hecho. Me miro las manos, nervudas y cruzadas de v...